¿Cómo se desarrolla la preferencia sexual?

¿Por qué algunas personas se sienten atraídas por el sexo opuesto y otras prefieren individuos del mismo sexo? Algunos creen que se trata del nivel de testosterona o androsterona que segregan las glándulas, condicionamientos durante la niñez, traumas de abuso sexual, identificación con uno de los padres, la necesidad de amor por parte del progenitor del mismo sexo, malas experiencias con el sexo opuesto, carencia de masculinidad (para el hombre) o feminidad (para la mujer) buscando complementarla con alguien del mismo sexo, etc, etc.

En general existen dos enfoques fundamentales respecto a la investigación de la orientación sexual . El primero, a veces llamado "neurohormonal" o "neuro-endocrinológico", examina las posibilidades que tienen las personas homosexuales de poseer niveles atípicos de hormonas durante su crecimiento. La segunda aproximación, conocida como "comportamiento genético" se centra, en cambio, en la forma en que la orientación sexual es de carácter fundamentalmente hereditaria y en qué medida esa orientación está influenciada por el ambiente familiar o social en el que vive el sujeto (Bailey, Dunne & Martin, 2000). En este artículo me referiré más que nada a la segunda modalidad de estudio: el comportamiento genético.

En un extremo, algunos opinan que nuestra preferencia sexual (heterosexual u homosexual) está basada genéticamente y en consecuencia completamente determinada en el momento del nacimiento. En el otro extremo se encuentran los que creen que la preferencia sexual se determina socialmente y, en esencia, se elige como estilo de vida preferido. Ambas posibilidades, naturalmente, pueden ser correctas, siendo algunos homosexuales de origen genético y otros, consecuencia de factores sociales (Haith, Vasta & Miller, 2001).

Muchas veces, independientemente de si la causa es un factor social o heredado, los resultados que se obtienen de un experimento son precisamente los que se esperan obtener. Algunos alegan, en base a esta postura, que los resultados, entonces, no pueden ser concluyentes, y con mucha razón, pues es muy difícil sacar conclusiones definitivas, máxime si se trata de un tema tabú como el de la homosexualidad, y que ha sido vedado por tanto tiempo a lo largo de la historia, y que aún sigue acarreando tantos prejuicios.

Michael Bailey y Richard C. Pillard (1991), llevaron a cabo un experimento en que estudiaron pares de gemelos y en el que concluyeron que si un gemelo idéntico es homosexual o bisexual, hay 50% de probabilidades de que el otro también lo sea. (Esto cumple con las leyes de la herencia formuladas por Mendel en 1866.) Hallazgos similares han llevado a los investigadores a estimar que la orientación sexual es genética de 30 a 70% de los casos (Bailey et al, 1993).

¿Qué tan precisas son las explicaciones de los distintos puntos de vista teóricos? ¿Qué tan bien explican lo que las investigaciones descubren? En general, la respuesta no es muy clara. En un estudio a largo plazo y sumamente detallado, Bell y sus colegas (Bell, et. al, 1981) llegaron a la conclusión de que ni el punto de vista psicodinámico ni el conductual están apoyados por la evidencia. Sus descubrimientos incluyen los siguientes puntos:
  1. No hay evidencias de que las relaciones entre padres e hijos sean importantes para determinar las preferencias sexuales.
  2. No hay evidencias de que la homosexualidad sea el resultado de experiencias poco comunes con miembros del sexo opuesto durante la niñez; estas experiencias anormales incluyen violación, castigo por parte de los padres por juegos sexuales con miembros del sexo opuesto, comportamiento seductor por el padre del sexo opuesto o una seducción real por parte de un hombre o una mujer mayores.
El estudio también proporcionó evidencias de que las preferencias sexuales empiezan a una edad temprana. La inconformidad con el género en la niñez significa que una persona se interesa, por lo regular, por actividades que culturalmente se asocian con el sexo opuesto: por ejemplo, niñas que juegan beisbol y niños que juegan a la casita. A pesar que la inconformidad con el género se relaciona con una probabilidad mayor de orientación homosexual, no se trata de una señal muy exacta. Por lo menos la mitad de los hombres homosexuales en el estudio fueron típicamente masculinos, tanto en la identidad personal como en sus intereses mientras se desarrollaban y, por lo menos, una cuarta parte de los hombres heterosexuales presentaron una inconformidad con los papeles masculinos mientras crecían. La situación resulta similar para las mujeres. Eso significa que en tanto que la inconformidad con el género durante la niñez aumenta la probabilidad de que el niño sea homosexual cuando llegue a la edad adulta, no es automáticamente una señal de homosexualidad.

Bell y sus colegas llegaron a la conclusión de que el desarrollo de una preferencia homosexual es probable que tenga bases biológicas. A pesar que su estudio no manejó datos biológicos, sus descubrimientos hacen que esa conclusión sea razonable. Sin embargo, como se explicó antes, cualquier explicación biológica requiere una investigación más profunda.

Los factores biológicos quizá tengan un papel especial importante en ciertos tipos de orientación sexual; en tanto que los factores en el entorno social pueden ser de especial importancia en otros. Los investigadores necesitan desarrollar más estudios sobre la orientación y las prácticas sexuales que tomen en cuenta tanto los factores biológicos como los ambientales. Por desgracia, la mayor parte de la investigación del desarrollo acerca de la sexualidad ha sido en forma retrospectiva, con base en la reconstrucción por parte de los adultos de su niñez (Boxer y Cohler, 1989; Savin-Williams, 1990)