La timidez (crédito de la foto: FredrikRB) |
Cuando nos resulta difícil presentarnos frente a un desconocido, tomar la decisión de asistir a una reunión, tener una entrevista de trabajo, hablarle a alguien quien nos gusta, etc., muy probablemente tengamos un problema de timidez, tal como le ocurre a millones de personas. Es frecuente tenerle miedo a los extraños, incluso a personas conocidas. Pero hay que observar que la timidez, y la preocupación a relacionarse con otros, puede también afectar significativamente la calidad de vida de quien la padece. La timidez es un miedo básicamente innecesario, y es importante enfrentarlo tarde o temprano.
La lista de consejos a continuación no es exhaustiva, y tal como se
recomienda para todo tipo de aplicación psicológica, es importante hacer uso del
sentido común según lo requiera cada caso. Espero estos consejos le sean de
utilidad.
1) Piense en lo que tiene en común con el resto los demás: Antes que nada debe tener bien claro que todas las personas
poseen vulnerabilidades, incluso aquellos que se muestran ser los más fuertes,
inteligentes, audaces, poderosos o infalibles. A veces estos,
paradógicamente, suelen ser los más vulnerables y compensan esa vulnerabilidad
exagerando una actitud que no corresponde. Para examinarse uno mismo por dentro y
reconocer las propias debilidades es necesario tener valor y afrontar eso que no nos agrada.
2) Enfrente de una vez por todas su miedo social: Según el Dr. Bill Kanaus,
el miedo se alimenta del miedo. La angustia o malestar que
provoca una situación social determinada es básicamente temporal. Enfrentar la
situación obligándose a ello le demostrará que puede no sólo
sobrevivir al intento, sino también descubrir que en el fondo se sentirá más a
gusto con sigo mismo.
3) Mantenga la perspectiva: Evite enfocar toda su atención
en sus miedos como en el "qué dirán", "y ahora qué voy a decir", "¿cómo lo estoy
haciendo?". En cambio, dirija su atención hacia su interlocutor, "cómo viste",
"cuáles son los temas de su interés", "cómo se expresa". La gente es por lo
general feliz hablando de sus cosas. Son pocos los que realmente prestarán atención a sus errores. Al fin y al cabo, las metidas de pata son precisamente una de esas cosas que la gente tiende a olvidar, a menos que usted reitere y lo haga evidente.
Centrarse en las posibilidades desfavorables, como por ejemplo: "voy a
meter las patas tarde o temprano", hace que el pensamiento se vuelva un
presagio, que, misteriosamente termina cumpliéndose. Finalmente "meteremos las
patas" (y de la peor manera) insalvablemente.
4) Acepte la incomodidad de sentirse nervioso(a): La
aceptación del miedo es una herramienta paradógica muy efectiva que se aplica no
sólo para el problema de la timidez. Tener miedo, en consecuencia, es una de
esas emociones universales que comparte con la mayoría de la población, pues es
inevitable. Todo el mundo tiene miedo de una u otra manera, por lo tanto es de
suponer que las personas han lidiado con ese temor, y es evidente que muchos lo han superado. La
timidez, hasta cierto punto, es normal, es parte de nuestra naturaleza. Por
desgracia o por fortuna pertenecemos a un grupo de personas (por cierto,
bastante numeroso dentro de la población general) que posee esta característica
de ser tímido. Por tanto, aceptar el incómodo sentimiento de timidez puede ser en muchos casos la clave para la solución del problema.
Sienta la sensación desagradable justo en el momento en que
aparece: cuando entra la persona que nos pone nerviosos, cuando llega
el momento de sentarse frente al entrevistador, cuando llega a la reunión en
donde ha sido invitado(a), o cuando debe caminar al podio para dar una conferencia, etc. Sienta la sensación de angustia en sus vísceras. Déjela
allí, no intente cambiar nada, acéptela. Pronto notará que esa molesta sensación
desaparece poco a poco y se sentirá, sorprendentemente, mucho más en control de la
situación de lo que estaría si lucha, en cambio, aparentar ser genial, simpático, interesante, astuto, etc.
5) Sea realista: No intente crear un encuentro (o reunión)
único o memorable. No tiene la obligación de hacer comentarios brillantes o
profundos con respecto a nada. Déjese llevar por sus emociones. Sea usted mismo(a),
sin tener la intención de crear una imagen perfecta en su interlocutor o grupo.
El famoso tema del clima es perfecto para empezar a romper el hielo. Pronto, con
forme reconozca que su interlocutor (o grupo) no lo va a "asesinar" ni a "golpear",
los temas llegarán a su cabeza y su creatividad será mucho más libre y fluida. La consigna importante aquí es: relájese, tómelo con calma.
6) Evite caer en las redes del "miedo al rechazo": El
miedo al rechazo no tiene fundamento lógico. Si alguien rechaza una idea suya, no se engañe, puede que acepte otras. La cuestión es que aún no conoce muy bien cuáles son los gustos o expectativas de su interlocutor, que seguro que las tiene. Muchas veces el rechazo de alguien más no tiene nada que ver con
nosotros, ni con nuestra apariencia, ni con nuestras ideas, y ni siquiera con nuestra forma de ser; tiene, a veces, una relación más cercana con la personas que nos juzgan y rechaza en cuestión, tal vez por sentirse
estas rechazadas u ofendidas a su vez, "ve tú a saber". El problema es que nunca lo sabremos a ciencia cierta,
ni nos interesa.
El miedo al rechazo se puede deber a infinidad de
factores, o incluso a uno muy simple: "no pienso igual que tu". Pero bueno, estamos hablando de un miedo, de una sensación, de una idea fija que no tiene fundamento en el mundo real. El rechazo tiene que ver con cómo se interprete la actitud del otro, es subjetiva, y también fuente de malos entendidos. Un comportamiento nervioso por parte de nuestro interlocutor, un metida de pata, hasta un tic nervioso puede generar en nosotros (tan aprensivos y observadores) la sensación de estar siendo rechazado, burlado o ignorado.
El problema con ser tímido radica principalmente en la idea del "miedo al rechazo". Este, además, ha sido un concepto al que nos hemos aferrado tenazmente y por mucho tiempo, probablemente desde niños, cuando experimentamos un encuentro poco agradable con el tío René que una vez nos hizo un gesto desaprobatorio y de lo más desagradable. Lo hemos alimentado a través de los años, y ahora se ha convertido en una gran bola de nieve con la que nos hemos obsesionado. ¿Acaso no se trata de un miedo muy parecido al que sentíamos de niños cuando nos quedábamos solos en nuestra habitación a oscuras, o el miedo al monstruo imaginario que se escondía todas las noches en el armario? Pronto nos damos cuenta que el "miedo al rechazo" es otra de esas bestias imaginarias y escalofriantes. Todo el mundo ha vivido (o vivirá) en algún momento de su vida el rechazo sonante y tajante. Ya sea por parte de un familiar, amigo o desconocido, el miedo puede "impregnarse" para toda la vida en algunas personas con grado sensible. Debemos tener claro que hagamos lo que hagamos, siempre habrá un grupo de gente que nos rechazará, otro al que le seamos indiferente, y un tercer grupo, tal vez el más reducido, que nunca nos rechazará.
El problema con ser tímido radica principalmente en la idea del "miedo al rechazo". Este, además, ha sido un concepto al que nos hemos aferrado tenazmente y por mucho tiempo, probablemente desde niños, cuando experimentamos un encuentro poco agradable con el tío René que una vez nos hizo un gesto desaprobatorio y de lo más desagradable. Lo hemos alimentado a través de los años, y ahora se ha convertido en una gran bola de nieve con la que nos hemos obsesionado. ¿Acaso no se trata de un miedo muy parecido al que sentíamos de niños cuando nos quedábamos solos en nuestra habitación a oscuras, o el miedo al monstruo imaginario que se escondía todas las noches en el armario? Pronto nos damos cuenta que el "miedo al rechazo" es otra de esas bestias imaginarias y escalofriantes. Todo el mundo ha vivido (o vivirá) en algún momento de su vida el rechazo sonante y tajante. Ya sea por parte de un familiar, amigo o desconocido, el miedo puede "impregnarse" para toda la vida en algunas personas con grado sensible. Debemos tener claro que hagamos lo que hagamos, siempre habrá un grupo de gente que nos rechazará, otro al que le seamos indiferente, y un tercer grupo, tal vez el más reducido, que nunca nos rechazará.
7) Active su voluntad: El Dr. George Weinberg dice que
la timidez se supera actuando con voluntad. Levántese y
"quítele el velo" al extraño mueble que ve todas las noches y lo asusta por la extraña figura que conforma; sin él (el velo),
ahora parece lo que realmente es: un mueble, y no el monstruo que había construido con su
poderosa imaginación. Intente sentarse en el centro del restaurante,
hable en voz alta, mire directo a los ojos a
las personas que le estén hablando (esto es muy importante), repita lo
que ha dicho si nadie le contesta, termine lo que estaba
diciendo aun cuando lo interrumpan. Procure no imaginar cosas extrañas respecto a los demás. Todos tiene sus razones para actuar como lo hacen.
Recuerde, el miedo se alimenta del miedo. Actuar con
voluntad (así como gritar en el silencio de la desesperación) rompe el círculo
vicioso del miedo a los demás. Si debe decir algo, por ejemplo, en una
entrevista o consulta, centre su atención solamente en aquello que quiera
decir. Haga una imagen general y enfóquese en ella. El cómo, el cuándo, el qué,
etc. del proceso llegarán a su debido momento y de forma espontánea. Ser uno
mismo implica dejar de controlarlo todo todo el tiempo ("colóquese en automático")
para fijarnos en aquello que es realmente pertinente e interesante a la interacción.
Si todo esto le resulta aun muy complicado, limítese a realizar un simple y
concreto ejercicio: mire a los ojos y hable en voz alta.
Gracias por leer.
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