La gravedad del problema de ansiedad en nuestros días

Padecer un trastorno de ansiedad
incrementa las probabilidades de padecer
otro al mismo tiempo, y posiblemente una
depresión asociada. (Foto: bottled_void)

Hoy día, el problema de ansiedad se ha tornado más importante de lo que nunca antes. De pronto nos hemos visto inmersos en un mundo de información, competitividad y velocidad. Si bien trabajar más duro, por más tiempo, y haciendo malabares para cumplir con las obligaciones familiares y del trabajo nos ha vuelto en cierta forma más productivos y capaces, también es cierto que se han experimentado estados máximos de estrés y ansiedad, y por períodos más prolongados. Cada vez parecen ser más las personas que sucumben a los trastornos de ansiedad, sintiéndose incapaces de gozar de la vida como lo hacían antes.


¿Qué tan grave es el problema de ansiedad?


Se calcula que un 17% de la población va a padecer al menos uno o varios trastornos de ansiedad en los próximos 12 meses (Kessler y cols., 1994). No obstante, las estadísticas difieren según el país, el número de las muestras y los criterios de diagnóstico, entre otros. De tal forma que se ha encontrado una variabilidad que va desde 10 al 30% durante el último año (Cano, 2012; Michael y cols., 2007).

Los trastornos de ansiedad pueden subdividirse en 13 trastornos según el DSM-IV-TR, de los cuales los más frecuentes son los siguientes.

Fobia social (13% de prevalencia), fobias específicas (11%), trastorno obsesivo-compulsivo (entre 1.9 y 2.5% a lo largo de la vida), estrés postraumático (7.8%).

Padecer de un trastorno de ansiedad incrementa las probabilidades de padecer otro al mismo tiempo, y posiblemente una depresión asociada. También padecer de un trastorno de ansiedad incrementa las probabilidades de poseer una historia de abuso de sustancias, problemas en el estado de ánimo y consumo de alcohol.

Los trastornos de ansiedad tienen efectos directos sobre la salud de las personas. Por ejemplo, las personas con trastorno de angustia o agorafobia son más propensas a tener prolapso de la válvula mitral (válvula cardíaca que impide que la sangre retorne del ventrículo izquierdo a la aurícula izquierda), hipertensión, úlcera péptica, diabetes, angina o enfermedad de la tiroides. Los hombres que tienen trastornos de ansiedad también tienen mayor riesgo de sufrir problemas cardíacos, hipertensión, anomalías gastrointestinales, enfermedades respiratorias, asma y dolor de espalda. Las mujeres con trastornos de ansiedad son más propensas a tener un historial de problemas cardíacos, hipertensión, problemas metabólicos, gastrointestinales, trastornos dermatológicos, respiratorios y artritis.

Como los niveles generales de ansiedad en las sociedades han ido en aumento, los niños y adolescentes en secundaria hoy también padecen el mismo grado de ansiedad que el paciente promedio a principios de los años 50s (Clark, 2011). Estamos cada vez más ansiosos. Los psicólogos especulan al respecto de este aumento no sólo en el área de la ansiedad sino también en el de la depresión, que con frecuencia aparecen juntos. Algunas de las razones se explican por la disminución en la "conectividad social" (o relaciones sociales positivas), que tienden a ser cada vez más frívolas y superficiales (cambio de escuela, de trabajo, menos participación en organizaciones cívicas o religiosas). Las personas son mucho menos propensas a casarse y más propensas a vivir solas.

Otro factor está relacionado con el cambio en las expectativas de vida. Hoy esperamos tener un mayor poder adquisitivo en comparación a hace cincuenta años. Este deseo es impulsado por ideas poco realistas en cuanto a las verdaderas necesidades (p. ej. la necesidad de poseer el último ipod). Así mismo, existen ideas poco realistas en cuanto a las relaciones y las apariencias. Las expectativas en cuanto a la jubilación, el poder confiar en los propios ahorros para ayudarnos a sobrevivir es otro factor de ansiedad. Por si esto fuera poco, el listado de malas noticias, las catástrofes que surgen todos los días y que son transmitidas en vivo y a las cuales tenemos acceso debido a la gran popularidad que gozan son elementos de los cuales, al parecer, tenemos relativa escapatoria. Estamos influenciados, contagiados de un ambiente de expectación de nuevas guerras y crisis económicas. No es, pues, de extrañar que muchas personas sean hoy un manojo de nervios.

Afortunadamente no todo es desgracia. Ahora no sólo existen eficaces tratamientos para combatir el estrés y los trastornos de ansiedad en todas las formas características en que se presentan, sino también existe una resistencia (o adaptación) por parte de los individuos a enfrentar con más eficacia y estabilidad las nuevas exigencias que crean las sociedades y sus tecnologías. Padecer de un trastorno de ansiedad por mucho tiempo sin tratarlo adecuadamente puede llevar a complicaciones que incrementarán la factura médica y disminuirán las posibilidades de cura. Siempre es aconsejable consultar con un profesional antes que el problema se vuelva crónico.