¿Cómo puedo saber con certeza si alguien que yo conozco es gay? ¿Es posible intuir la homosexualidad? ¿Es posible desarrollar un sexto sentido? Al parecer sí existe un sexto sentido, y hasta han localizado su ubicación física en un área específica del cerebro. Según Joshua Brown (Ph. D., profesor asistente del Depto. de Psicología y Ciencia del Cerebro) "nuestros cerebros son mejores para recoger señales de advertencia sutil de lo que se pensaba anteriormente".
El fenómeno al que llamamos sexto sentido (también conocido como intuición) se le ha aceptado tradicionalmente como un concepto intermedio entre la realidad y la ficción. Hay quienes afirman poseerlo, otros lo niegan tácitamente. La verdad es que los científicos serios habían rechazado la probabilidad real
del fenómeno hasta que empezaron a surgir estudios que comprobaron que ciertas regiones del cerebro afines, tales como la corteza cingulada anterior (CCA, un área del cerebro situada en la parte superior de los lóbulos frontal y en las paredes que dividen los hemisferios derecho e izquierdo) y la pared medial, desempeñan un papel crítico en el reclutamiento de control cognitivo, es decir, en la interpretación de nuestro entorno.
del fenómeno hasta que empezaron a surgir estudios que comprobaron que ciertas regiones del cerebro afines, tales como la corteza cingulada anterior (CCA, un área del cerebro situada en la parte superior de los lóbulos frontal y en las paredes que dividen los hemisferios derecho e izquierdo) y la pared medial, desempeñan un papel crítico en el reclutamiento de control cognitivo, es decir, en la interpretación de nuestro entorno.
Ubicación del CCA |
Joseth Brown, Ph. D. |
Entonces, si nuestro cerebro es sensible al peligro, ¿será sensible también a la evaluación de la sexualidad de otra persona? Tenemos claro que no se trata de saber algo de la otra persona, se trata de intuir, lo que significa que no hay procesos cognitivos involucrados, sólo perceptivos, y por lo tanto hablamos bien de una sensación que se presenta inesperadamente, y que de alguna forma, posee veracidad. Desde mi humilde punto de vista, tal como sucede con la memoria auditiva, visual u olfativa, creo que también existe una memoria visceral, es decir, una memoria de las emociones que se han experimentado en otras circunstancias parecidas y frente a personas determinadas.
En cierta manera, el cuerpo posee memoria en sí mismo, independientemente de la mente, del cerebro, que almacena memoria cuantificable y estratificada. Así, esta memoria corporal resulta imposible de explicar por medio de la razón, y por una razón muy simple: no existe aún una forma establecida de traducir esas sensaciones al lenguaje racional. Por eso es que debemos hablar entonces de un nivel distinto de comunicación. Los cuerpos se comunican unos con otros independientemente del lenguaje, y de algún modo estos cuerpos no sólo se comunican, sino se reconocen y se identifican consecuentemente dentro de un nivel preconsciente o totalmente inconsciente.
Si bien la teoría de la comunicación corporal podría ponerse en tela de juicio, primero debemos tomar en cuenta la posible existencia de diferentes formas de comunicación no verbal, tales como a nivel olfativo o visual.
En 2005, Martins y colaboradores llevaron a cabo un interesante experimento sobre la detección y atracción de olores corporales entre hombres y mujeres heterosexuales y homosexuales. Las diferencias que encontraron respecto a las preferencias de olores fueron significativas, apoyando así la teoría sobre el importante papel que juegan las feromonas en la atracción sexual.
Los investigadores obtuvieron una colección de olores diferentes por parte de un grupo de donantes homosexuales y heterosexuales que evitaron cualquier tipo de productos higiénicos: fragancias, desodorantes, jabones, champús, etc., durante 9 días. Los sujetos donantes emplearon almohadillas de gasa bajo el brazo por un tiempo de tres días. Estas almohadillas fueron luego cortadas y embazadas en botellas de plástico comprimidas para su posterior uso. A otro grupo, esta vez de catadores, se les pagó por oler y evaluar los contenidos de las botellas, sin saber de qué grupo provenían (hétero, homo, mujer u hombre). Los resultados fueron los siguientes:
- a) Los hombres heterosexuales encontraron los olores de mujeres heterosexuales menos desagradables, y de los hombres gay los más desagradables.
- b) Los hombres gay encontraron los olores de mujeres heterosexuales como los menos desagradables, seguido muy de cerca por los olores de otros hombres gay. Sin embargo, los olores de hombres heterosexuales y lesbianas fueron calificados como los más desagradables.
- c) Las mujeres heterosexuales encontraron los olores de hombres gay y lesbianas como los más desagradables en comparación a los olores de otras mujeres heterosexuales y hombres heterosexuales.
- d) Las mujeres homosexuales prefirieron el olor de las mujeres heterosexuales y, sobre todo, no les agradó el olor de hombres gay.
La conclusión es que las diferencias en el olor corporal se detectan y corresponden al género y a la orientación sexual en una proporción significativa de la muestra evaluada. Estos datos sugieren no sólo que existe una habilidad innata para identificar el objeto sexual de preferencia, sino que la homosexualidad, así como la heterosexualidad, está determinada mucho más allá que por el medio ambiente y por tanto apoya la teoría de un factor hereditario o innato (El estudio se realizó en la ciudad de Filadelfia y fue publicado por la revista Psychological Science, Vol. 16, No. 9, sep. de 2005).
El olor, pues, además del sistema de alerta CCA, es otro factor que debemos tomar en cuenta como elemento influyente en la detección de la sexualidad de otra persona. Los estudios, sin embargo, no se han quedado cortos en esta temática, se ha investigado también sobre la forma de percepción física, la manera de mirar a otros o de ser visto por otros, la manera de hablar y un buen número más de variables relacionadas. Y así, poco a poco descubrimos que la percepción del ser humano es realmente asombrosa en cuanto a la precisión y rapidez en la que opera, sin involucrar necesariamente ningún elemento cognitivo o racional en la actividad.
¿Con cuánta certeza se puede decir, entonces, que otra persona es gay o straight? La respuesta es: con mucha certeza; aunque hay que reconocer que hay quienes tiene este sentido mucho más desarrollado que otros, y la cuestión, tal vez radique en preguntar: ¿cómo puedo desarrollar el mío?