Según Wikipedia, un estigma social se define como una desaprobación social
severa de características o creencias personales que son percibidas como
contrarias a las normas culturales establecidas.
La persona estigmatizada es aquella que no cumple con las expectativas
acordadas por el grupo al cual pertenece. De la misma forma en que un individuo
con educación elevada esconde sus cualidades cuando interactúa con un grupo de
bajos recursos o escaso nivel académico, el homosexual esconde su preferencia
sexual ante un grupo que no tolera esa condición. El estigmatizado pues, tiende
a "reprimir" su orientación sexual debido, básicamente, a una consideración
ética.
Las personas estigmatizadas tienden a ser rechazadas, insultadas y
devaluadas, lo cual, desde el punto de vista ético, también es un problema. De
ahí el surgimiento de grupos organizados en defensa de aquellos derechos de
igualdad. No obstante, un derecho no es igual a una creencia. Los derechos
humanos no son reflejo de las creencias y normas sociales, son el resultado de
ideales humanos que, en muchas ocasiones, se encuentran muy distorsionados por políticas de conveniencia.
Dadas las circunstancias, es lógico deducir que la persona estigmatizada
está propensa a un deterioro psicológico relacionado con baja autoestima,
depresión y altos niveles de estrés.
La psicología del estigmatizador (quien estigmatiza al estigmatizado) es la
de colocarse en una posición de poder, en el grupo más fuerte y que tiene
posibilidades de ganar la "batalla". En otras palabras, el estigmatizador es el
que termina identificándose con la mayoría. Su acto de discriminar abiertamente
es un boleto de entrada y aceptación dentro del grupo mayoritario. Por lo
general, los principales activistas pertenecientes al grupo mayoritario o
estigmatizador son los primeros en perder su carácter individual y original como
individuo para empezar a formar parte de la "personalidad colectiva" que no
piensa ni razona sus actos, actuando solamente en función a valores
preestablecidos. El sujeto en cuestión se deshumaniza, se despersonaliza en aras
del estereotipo grupal. Representa, por decirlo así, una fuerza bruta que
alimenta el ímpetu de la creencia sagrada que nadie cuestiona.
El estigmatizador se enriquece a costa de los "menos afortunados", los
diferentes o disminuidos en número. Se compara con estos creyendo ser mejor
persona, más fuerte, "más normal", después de todo pertenece a un grupo
mayoritario. Aumenta así su autoestima y valía. Se ha considerado, a través de
investigaciones, que el estigmatizador es, lejos de ser normal, una consecuencia
de las limitaciones y ausencia de habilidades sociales, así como de la
información y experiencia social a la que se ve expuesto.