Los estigmas y la homosexualidad


Manifestación en memoria de los disturbios de Stonewall (una serie de manifestaciones espontáneas y violentas de miembros de la comunidad gay contra una redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969).
Según Wikipedia, un estigma social se define como una desaprobación social severa de características o creencias personales que son percibidas como contrarias a las normas culturales establecidas.

La persona estigmatizada es aquella que no cumple con las expectativas acordadas por el grupo al cual pertenece. De la misma forma en que un individuo con educación elevada esconde sus cualidades cuando interactúa con un grupo de bajos recursos o escaso nivel académico, el homosexual esconde su preferencia sexual ante un grupo que no tolera esa condición. El estigmatizado pues, tiende a "reprimir" su orientación sexual debido, básicamente, a una consideración ética.

Las personas estigmatizadas tienden a ser rechazadas, insultadas y devaluadas, lo cual, desde el punto de vista ético, también es un problema. De ahí el surgimiento de grupos organizados en defensa de aquellos derechos de igualdad. No obstante, un derecho no es igual a una creencia. Los derechos humanos no son reflejo de las creencias y normas sociales, son el resultado de ideales humanos que, en muchas ocasiones, se encuentran muy distorsionados por políticas de conveniencia.

Dadas las circunstancias, es lógico deducir que la persona estigmatizada está propensa a un deterioro psicológico relacionado con baja autoestima, depresión y altos niveles de estrés.

La psicología del estigmatizador (quien estigmatiza al estigmatizado) es la de colocarse en una posición de poder, en el grupo más fuerte y que tiene posibilidades de ganar la "batalla". En otras palabras, el estigmatizador es el que termina identificándose con la mayoría. Su acto de discriminar abiertamente es un boleto de entrada y aceptación dentro del grupo mayoritario. Por lo general, los principales activistas pertenecientes al grupo mayoritario o estigmatizador son los primeros en perder su carácter individual y original como individuo para empezar a formar parte de la "personalidad colectiva" que no piensa ni razona sus actos, actuando solamente en función a valores preestablecidos. El sujeto en cuestión se deshumaniza, se despersonaliza en aras del estereotipo grupal. Representa, por decirlo así, una fuerza bruta que alimenta el ímpetu de la creencia sagrada que nadie cuestiona.

El estigmatizador se enriquece a costa de los "menos afortunados", los diferentes o disminuidos en número. Se compara con estos creyendo ser mejor persona, más fuerte, "más normal", después de todo pertenece a un grupo mayoritario. Aumenta así su autoestima y valía. Se ha considerado, a través de investigaciones, que el estigmatizador es, lejos de ser normal, una consecuencia de las limitaciones y ausencia de habilidades sociales, así como de la información y experiencia social a la que se ve expuesto.