Homosexualidad en el matrimonio heterosexual

Sé que soy gay, ¿debo decírselo a mi mujer?

Un hombre con esposa e hijos que no puede evitar sentirse atraído por otro hombre.

¿Cómo es posible que una tendencia sexual, como es la atracción a personas del mismo sexo, pueda ser tan persistente a lo largo de toda una vida, a pesar de haber "escogido" llevar una vida hetero? ¿Será porque resulta imposible eludir lo que se hereda?


Sin duda, la presión psicológica que ejerce la sociedad sobre el individuo en su definición sexual puede ser impresionante, pero a la vez, imperceptible. El único motivo por el
cual se intenta ocultar una tendencia homosexual es básicamente por el miedo al rechazo y al odio por parte de allegados y la sociedad en general. Si se es homosexual sin saberlo, entonces lógicamente no puede haber ningún intento de ocultar nada, pero en ese caso pasará desapercibido hasta el momento en que se devele el verdadero deseo subyacente.

Pero, ¿qué sucede si de pronto ya es demasiado tarde? ¿Será es ese su caso?

Después de 15 años de matrimonio —confiesa un hombre— me estacioné a la orilla de la carretera y le dije a mi esposa que la había estado engañando con otros hombres, y después de haber estado lidiando con el conflicto que representaba mi vida sexual, había llegado finalmente a aceptar el hecho de que era bisexual.”

"Nuestro matrimonio ha terminado", le dije. "Por lo menos se ha acabado en la forma como solía ser, lo que es algo bueno porque no me sentía muy feliz, y no creo que tú seas tampoco muy feliz con esto.”

Experimentar tener relaciones con otros chicos se había prolongado durante un par de años (siempre procuré que fueran relaciones seguras). De hecho, había descubierto sin mucho problema el animado y floreciente mundo de hombres casados que mantenían en secreto su bisexualidad (u homosexualidad), la mayoría de ellos había encontrado el coraje suficiente a los cuarenta años o más para salir y aceptar su condición.

Cuando tomé la decisión de dormir con un hombre sin que mi esposa se enterara, también había decidido nunca revelar mi secreto. Sentía que iba a ser el final de nuestra relación, pero en lugar de eso, despertó un nuevo comienzo de aventuras.

En su libro "Opening Up", Tristán Taormino escribe que un tercio de las relaciones de los hombres que revelan su bisexualidad a su esposa terminan separándose definitivamente, otro tercio se separó dos años más tarde después de la confesión, la otra tercera parte permanecen juntos más de dos años, aunque se sabe poco qué les ha ocurrido después.

Es bien sabida la doble vida que llevan muchos hombres casados con una mujer e hijos después de haberse enterado de que es homosexual (o bisexual). La esposa empieza a notar un cambio, si es perceptiva. Y por cualquier descuido puede que también los hijos se den cuenta. Entonces aparece un sentimiento de culpa por tener deseos impropios, o contrarios a los que se espera de un esposo. El interés sexual por la pareja empieza a amainar y el deseo morboso de tener contacto con otra persona del mismo sexo empieza a crecer visiblemente. Empiezan las justificaciones: salidas con “compañeros de trabajo”, reuniones con “viejos amigos”. Puede que le interese ingresar a sitios gay y empezar nuevas y excitantes relaciones sociales con personas que comparten los mismos intereses, tal vez encuentre una red social de usuarios exclusivamente casados y con tendencias homo o bi. Pueden suceder mil cosas, pero asegurándose de que sea "bajo el agua", fuera del contexto familiar y/o social-familiar (hermanos, primos, sobrinos, amigos, etc.).

Pero por otro lado, puede también resignarse, meditar al respecto y acercarse a su esposa confesando su situación antes de dar un paso en dirección a los deseos ocultos. Tal vez sólo sea cuestión de principios y valores. Tal vez sólo sea cuestión de honestidad hacia con uno mismo y de ponerse la mano en el corazón. He ahí el conflicto entre dos fuerzas internas que luchan todo el tiempo entre sí, y que tienen que ver más bien con la moral.

Una simple confesión podría hacer la diferencia. Siempre tenemos en nuestras manos el destino de nuestro futuro. Tal vez consista en la forma como se lleve a cabo la confesión, o tal vez la forma en que se oculta el “deseo prohibido”. El tiempo también podría ser un aliado o un enemigo, todo dependerá de las circunstancias, y cada quien, mejor que nadie, conocerá los riesgos que pueda asumir.

En concreto, puede tomar tres caminos: confesarlo, ocultarlo u olvidarse de la exploración sexual y seguir con su vida matrimonial normal. Si de pronto escoge la última opción, sepa que puede engañarse por algún tiempo a Ud. mismo, tal vez como lo ha hecho desde el momento en que decidió casarse. Sin embargo, no es garantía poder reprimir todo el tiempo una tendencia nata. Por algo ha surgido la necesidad de buscar un contacto homo, y le aseguro que no es por simple curiosidad.

Si decide ocultarlo, sepa que podría lidiar todo el tiempo con un sentimiento de culpa. Tener un sentimiento de culpa sin haber hecho nada mas que pensar es por completo inútil, será mejor confesar. Haber hecho algo y luego sentirse culpable tiene más sentido, pero a la larga no tiene un propósito feliz: vivir una doble vida es desgastante y con el tiempo puede tornarse desgraciada, ¿quién quiere vivir con algo así? Si existe un sentimiento de culpa muy grande, lo mejor y más lógico es acudir a la confesión. Si el sentimiento de culpa no aparece, usted no es humano, a menos de que se arrepienta de haberse casado, que en dado caso lo consecuente sería un divorcio. Si ha pensado en divorciarse antes de confesar, hallá con su estrategia, se han dado divorcios por menos que eso pero, pregúntese antes: ¿qué hay de los sentimientos que tiene su mujer hacia usted? ¿La quiere o la ama realmente? ¿Ella lo quiere y lo necesita realmente a usted? Sea justo, evalúe su situación emocional y sea fiel a ella. La respuesta que tenga a esta pregunta podría definir un plan de acción, ya sea para confesar o separase de ella. En todo caso, puede también confesar su situación a una persona de confianza. La persona indicada ideal sería una amiga de confianza que, como mujer, le daría un punto de vista y una mejor idea de cómo podría sentir y reaccionar su esposa, o si, en su caso, le convendría decirlo o no.

Al final de la historia todos tendremos que aceptar y perdonar, comprendiendo que no todo tiene que ver con malas intenciones, y que las personas cambian con el tiempo. Buscamos siempre un culpable a quién depositar en sus manos la carga de las circunstancias, pero a veces ese culpable no es nadie más que la propia ignorancia.