Alcohol, ansiedad y calidad del sueño
Es común que, ante el insomnio, muchas personas recurran al alcohol como una forma de relajarse. Sin embargo, esta práctica puede empeorar el problema. Este artículo explora cómo el consumo de alcohol afecta la arquitectura del sueño, especialmente en personas que lidian con ansiedad, depresión u otros factores emocionales, y propone una mirada más profunda sobre el vínculo entre malestar psíquico y descanso nocturno.
¿Por qué el alcohol no ayuda a dormir?
Son las 2:30 AM y sigues dando vueltas en la cama. Prepararte un trago puede parecer una solución rápida, pero diversos estudios han demostrado que el alcohol interfiere con el sueño, especialmente con las fases más reparadoras.
El Dr. Landgrave Smith, profesor del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, explica que “el alcohol hace pasar más tiempo en sueño ligero que en sueño profundo, y aumenta la actividad onírica, por lo que no se sentirá descansado al día siguiente tampoco”. Aunque puede inducir somnolencia inicial, el efecto rebote y la fragmentación del sueño lo convierten en un falso aliado del descanso.
¿Qué te mantiene despierto?
Más allá del alcohol, es importante identificar qué está dificultando el sueño. Las causas más frecuentes incluyen:
Ansiedad: pensamientos intrusivos, anticipación excesiva, tensión corporal.
Depresión: alteraciones en el ritmo circadiano, fatiga persistente, despertares tempranos.
Ruido o incomodidad física: factores ambientales que interrumpen el descanso.
Estilo de vida: uso de pantallas, horarios irregulares, consumo de estimulantes.
Smith sugiere: “Ataque el problema, no el síntoma. Si el causante es la ansiedad, por ejemplo, un tratamiento adecuado eliminará sus problemas para dormir”. Esta frase invita a mirar el insomnio como síntoma de un malestar más profundo, no como un problema aislado.
Ansiedad y sueño: una relación compleja
La ansiedad puede alterar la calidad del sueño incluso en ausencia de consumo de alcohol. Estudios recientes muestran que la hiperactivación del sistema nervioso simpático, típica en personas con ansiedad, dificulta la entrada en fases de sueño profundo y reparador. Además, el insomnio puede intensificar la ansiedad, creando un círculo vicioso difícil de romper si no se tiene un tratamiento adecuado.
Conclusión
El alcohol no es una solución efectiva para el insomnio. Identificar las causas subyacentes —como la ansiedad o la depresión— permite abordar el problema de forma más puntual y sostenible. El descanso no se logra anestesiando el cuerpo, sino tratando el malestar que lo interrumpe.
Referencias
Koob, G. F., & Colrain, I. M. (2020). Alcohol and sleep: A complex relationship. Neuropsychopharmacology, 45(1), 1–2. https://doi.org/10.1038/s41386-019-0569-1
Baglioni, C., Spiegelhalder, K., Lombardo, C., & Riemann, D. (2016). Sleep and mental disorders: A meta-analysis of polysomnographic research. Psychological Bulletin, 142(9), 969–990. https://doi.org/10.1037/bul0000053
Harvey, A. G., Murray, G., Chandler, R. A., & Soehner, A. (2011). Sleep disturbance as transdiagnostic: Consideration of neurobiological mechanisms. Clinical Psychology Review, 31(2), 225–235. https://doi.org/10.1016/j.cpr.2010.04.003