Crédito de la foto: giopuo - flickr (cc) |
Sentada tras el volante de tu auto esperas a que la luz del semáforo cambie a verde. La espera parece eterna, de pronto aparece él, esperando a cruzar la calle. No es el amor de tu vida, es sólo la calentura del momento. Luce radiante, guapísimo y atento. Es una suerte que tu pareja no esté contigo, ya que estarías en serios problemas mientras disfrutas viendo el trasero de aquel hermoso extraño, su porte atlético y pantalones skinny. Hay un zumbido agradable que conecta tus sienes.
Tu reacción es automática, refleja, y muy posiblemente la más potente
de todo ese día.
De pronto se ha borrado de tu mente el compromiso importante que tenías pendiente esa mañana, el cumpleaños de tu pareja que casualmente se celebraba ese día, y por supuesto, el semáforo frente a ti. Todo a tu alrededor ha desaparecido y no logras escuchar la bocina del conductor encabronado que ya te ha insultado tres veces desde que la luz cambió a verde.
De pronto se ha borrado de tu mente el compromiso importante que tenías pendiente esa mañana, el cumpleaños de tu pareja que casualmente se celebraba ese día, y por supuesto, el semáforo frente a ti. Todo a tu alrededor ha desaparecido y no logras escuchar la bocina del conductor encabronado que ya te ha insultado tres veces desde que la luz cambió a verde.
Sin duda has entregado el control, estás cautivada por el placer de la
visión. "¡Perra!" —susurras en voz baja,
avergonzada de imaginarte al muchacho sentado a tu lado— Pero tal vez sería más
correcto decir: "es que estás endemoniadamente dopada".
Nuestro cerebro, sin lugar a duda, es el centro de mando de todo lo sexual.
Cuando encuentras el objeto de tu deseo se enciende el neurotransmisor de
dopamina en las zonas profundas de tu cerebro, provocando una sensación de
placer, motivación y recompensa (la cocaína actúa de la misma manera). Tienes
una sensación de apuro, y tu ritmo cardíaco se acelera.
La atracción sexual también es una droga poderosa. El tronco cerebral está
involucrado en este acto liberando feniletilamina (PEA) que acelera el flujo de
información entre las células nerviosas. No es de extrañar que nos demos cuenta
de cada mínimo movimiento de nuestro objetivo. Estás inmersa en una sensación de
belleza, forma estética, fantasía y obsesión, en algún nivel biológico que puede
no ser consciente. Toda la experiencia del encuentro puede dejarte temblando de
placer.
De pronto puede que no desees aceptar pasivamente toda aquella experiencia
y actuar como depredador, pero sabes que cualquier acto conlleva consecuencias.
Los procesos del cerebro que están detrás de la tentación pueden ayudarte a
manejar y mantenerte alejada de los problemas. Aunque pasa por tu mente la
posibilidad de que ese hombre en el cruce peatonal podría ser tu destino y
aderezar tu vida, también podría acabar con tu felicidad. Es una lucha entre el
cerebro primitivo, salvaje, pasional que te grita: "SEXO", y la corteza frontal,
que regula tus actos y te hace reflexionar antes las posibles consecuencias
futuras.
He aquí una razón de más para conocer ese gran órgano sexual ubicado entre
tus oídos, para que pueda controlar el más pequeño y menos importante, entre tus
piernas.
¿Has tenido alguna experiencia similar?