Estereotipos de género y naturaleza de la socialización

En una sociedad "heterosexista" el
comportamiento femenino en hombres no sólo
no es consistente con las normas sociales
establecidas, sino además es rechazado y
denigrado, a veces, incluso dentro de las
comunidades gay.

El concepto "socialización" tiene varias implicaciones. Para empezar, implica un aprendizaje: la persona llega a ser socializada según su género o rol sexual. En segundo lugar, implica la inclusión de expectativas y estereotipos culturales.


Un estereotipo se define como una imagen trillada y con poco detalle acerca de un grupo de gente que comparte ciertas características, cualidades y habilidades. Así, por ejemplo, esperamos que los niños, adolescentes y adultos se comporten de cierta manera según los estereotipos sociales asociados a su edad.

Por ejemplo: se espera que Julio, siendo ya un adolescente, tenga mayor madurez de trato y comportamiento que Bibi, quien aún tiene cinco años. Si Julio de pronto se pone a pelear con Bibi por ver un programa de TV diferente, es muy probable que sus padres le terminen dando la razón a Bibi, por ser la menor y más inmadura, esperando de Julio una mayor capacidad de comprensión ante las necesidades de su hermana menor. Si la actitud de Julio, en cambio, es de pleito y empecinamiento, sus padres lo reprenderán. Cuando los adolescentes adoptan un comportamiento infantil generan desagrado en los demás.

Sobre esta misma línea de ideas, se puede decir lo mismo cuando un adolescente hombre se comporta de manera femenina. Los padres que observan no sólo se dan cuenta sino evalúan la situación sin saber muchas veces qué actitud tomar. En general, si se vive en una sociedad "heterosexista" (como son la mayoría de sociedades) el comportamiento femenino en hombres no sólo no es consistente con las normas sociales establecidas sino además es rechazado y denigrado, a veces, drásticamente, incluso dentro de las comunidades gay.

La socialización, entonces, implica una interacción entre el individuo y el comportamiento que se espera de este por parte de los padres, compañeros, autoridad y cualquier orden social en general. Esta interacción es dinámica y constantemente intercambiable entre los participantes, lo que quiere decir que los roles son compartidos. Considérese por ejemplo la lucha de los adolescentes por independizarse. Los adolescentes presionan a los padres por buscar una mayor libertad y autonomía, y los padres tienen que aprender a dar esa autonomía.

Al mostrar los adolescentes que pueden aceptar una mayor responsabilidad, estos puede enseñar a sus padres a darles mayor independencia, aunque hayan padres que se nieguen a darla debido al miedo que despierta ver que ya no son tan influyentes en la educación de sus hijos. La naturaleza de este dar y recibir es el proceso que está en el centro del conflicto entre padres e hijos.

Cuando una de las partes viola claramente las expectativas del otro, el conflicto aparece. Goslin (2005) capturó esta perspectiva muy bien cuando señaló que el rol aprendido y el rol enseñado siempre van de la mano.