Todo el mundo sueña despierto y
fantasea, al menos una parte del tiempo. Las fantasías pueden ser
sobre cualquier cosa, escapar a lugares hermosos, el dinero, la
venganza, la fama, pero probablemente la más intrigante, si no la
más común de todas, es la referente al romance y el sexo.
La observación de que el sexo se
compone de fantasía y fricción es muy frecuente. Sin duda, es común
considerar nuestro cerebro como un órgano sexual tan importante
como nuestros genitales. Prueba de ello es el hecho de que lo que las
personas piensan puede mejorar o inhibir la capacidad de respuestas
sexual a cualquier forma de estimulación. Esto implica que en
ausencia de cualquier estímulo físico, la fantasía sexual sola
puede, incluso, lograr la excitación sexual.
Comprender las fantasías sexuales es
comprender un aspecto importante de nuestra sexualidad. Sin embargo,
existe algo de reticencia en la investigación científica a
considerar seriamente el estudio de las fantasías sexuales. Esto es
debido a que las fantasías en sí mismas suelen ser excitantes y
tienden a acumularse en colecciones populares con un propósito
puramente erótico, lo cual puede contaminar la investigación
científica seria (Friday, 1980, Kronhausen & Kronhausen, 1969).
Una de las razones para considerar
importante el estudio de las fantasías sexuales se refiere al hecho
de que es un fenómeno experimentado universalmente, y puede afectar
el comportamiento sexual y reflejar experiencias pasadas. En otras
palabras, lo que las personas hacen sexualmente con otras personas
puede a veces ser influenciado por sus fantasías, y a la vez, las
fantasías de la gente se ven afectadas por lo que han hecho, visto,
oído o leído anteriormente.
Se ha sugerido que debido a que las
fantasías sexuales son privadas y no dependen de la participación
de la pareja, estas pueden ser más reveladoras incluso que las
diferencias en el comportamiento sexual de género. En la fantasía
es posible imaginar todo lo que uno quiera sin sentir vergüenza,
rechazo o restricciones sociales y legales. Las fantasías sexuales,
por tanto, pueden proporcionar una comprensión única en los
diferentes argumentos subyacentes al comportamiento sexual.
Según Abel y Blanchard (1974) las
fantasías sexuales también pueden desempeñar un papel importante
en la perpetración de delitos sexuales tales como el exhibicionismo,
la violación y el abuso sexual de menores. Además, la carencia de
estas fantasías, o el sentimiento de culpabilidad relacionado,
pueden contribuir (o ser síntomas) de disfunción sexual.
La investigación puede ofrecer
respuestas interesantes a preguntas relacionadas al contenido de
fantasías sexuales. Por ejemplo, ¿cuántas personas tienen
fantasías sexuales durante el coito o durante el día, fuera de la
actividad sexual? ¿Con qué frecuencia la gente tiene fantasías
sexuales? ¿Cuáles son los tipos más comunes de fantasías? ¿Cuáles
son las más populares? ¿Existe diferencia de género en la
incidencia, frecuencia o contenido de las fantasías? ¿Cuándo
empiezan las personas a tener fantasías? ¿Hay cambios con la edad?
¿Hay similitudes entre las distintas culturas? ¿Con qué frecuencia
las personas sienten culpabilidad, y por qué unos sienten culpa y
otros no? ¿Es mejor compartir las fantasías con la pareja o no?
¿Varían según la orientación sexual? ¿Pueden predecir el
comportamiento? ¿Cómo la pornografía erótica refleja las
fantasías sexuales de la gente?
Las fantasías sexuales pueden
estimular la excitación sexual, y al revés, la excitación sexual
también puede estimular las fantasías sexuales. Las fantasías
pueden ser patrones deliberados de pensamiento con el propósito de
estimular o aumentar el placer de la sensación sexual,
independientemente si se trata de un recuerdo de una experiencia
sexual anterior o una invención imaginaria con ninguna intención de
llevarla a la práctica.
Algunos teóricos, como Freud,
sostienen que las fantasías sexuales reflejan la insatisfacción
sexual por la falta de otros estímulos sexuales placenteros. Otros,
como Singer (1966), sostienen lo contrario, que las fantasías
sexuales reflejan la sexualidad saludable y son simplemente otra
forma de estimulación sexual normal empleada para promover la
excitación sexual y el disfrute. ¿Cuál de estas dos posiciones es
la más apoyada por la evidencia?
Otro aspecto importante en relación a
las fantasías sexuales se refiere a las diferencias individuales y
el origen de las fantasías sexuales. ¿Por qué tenemos fantasías
sexuales? ¿De dónde vienen? ¿Por qué unas personas se excitan más
con unas fantasías que con otras? ¿Qué es lo que refuerza una
fantasía sexual ya existente?
Referencias:
Eisenman, R. (1982). Sexual behavior as related to sex fantasies and
experimental manipulation of authoritarianism and creativity. Journal
of Personality and Social Psychology, 43, 853-860.
Ellis, B.J. y Symons, D. (1990). Sex differences in sexual fantasy:
An evolutionary psychological approach. Journal of Sex Research,
27, 527-555.
Friday, N. (1980). Men in love. New York: Dell.
(http://books.google.com.gt/books/about/Men_in_Love.html?id=U1zeVWt2fhoC&redir_esc=y)
Kronhausen, P. y Kronhausen, E. (1969). Erotic fantasies.
New York: Grove.