Lenguaje corporal: ¿Puede la forma de caminar develar nuestra personalidad?

¿Un paso apretado y rápido, o un andar holgado y lento pueden decirnos cómo es una persona en su día a día?

Los psicólogos se interesaron en este campo de estudio desde 1935, cuando el alemán Werner Wolff, filmó a varias personas mientras caminaban y sin que supieran que estaban siendo grabadas. Los participantes vieron más tarde la película editada, de forma que no podían reconocer las identidades de cada quien.

Los participantes, basados en la forma de andar, se formaron una rápida impresión de cada uno de los otros participantes, mostrando con frecuencia juicios sorprendentemente similares sobre la misma persona, como por ejemplo:

-pretencioso, sin necesidad de serlo
-alguien que quiere llamar la atención a toda costa
-intencionalmente vanidoso, ansioso de ser admirado
-inseguro, intentando verse seguro frente a otros, etc.

Estos resultados sin embargo no fueron significativos partiendo del hecho de que los participantes, a pesar de que no podían identificarse en el vídeo, ya se conocían entre sí. Además, el número de participantes fue escaso (5 hombres y 3 mujeres), lo cual implicaba la influencia de otras cualidades de las personas más allá de su andar.

Con frecuencia pensamos que podemos leer la personalidad de alguien a partir de su manera de caminar, pero al mismo tiempo muchas de estas suposiciones pueden ser incorrectas, o formar parte de prejuicios establecidos.

A pesar de esto, algunos investigadores creen que nuestra forma de caminar puede, no obstante, revelarnos algunos rasgos de personalidad, y a veces, la cosa misma que intentamos ocultar. En otras palabras, nuestro caminar puede delatarnos y decir cómo realmente somos.

Los experimentos actuales son mucho más sofisticados que los de 1935. Entre otras cosas debido a que la tecnología digital puede transformar el caminar de una persona en una pantalla de puntos blancos, fácilmente contrastados frente a un fondo negro, y mostrar los movimientos clave. Esto excluye automáticamente el resto de información que se genera en el movimiento de marcha.

En el siguiente vídeo puede ver un ejemplo del tipo de BioMovimiento estudiado en pantallas con puntos de luz:



Empleando esta tecnología, psicólogos estadounidenses encontraron dos tipos generales de andar: el del sujeto juvenil (que no necesariamente es un joven), y el del entrado en años (que no es necesariamente alguien mayor).

Mientras que el primer tipo implica un estilo más saltón, más rítmico en cuanto al movimiento de caderas, un movimiento mayor con los brazos y pasos más frecuentes; el segundo tipo es más rígido, más lento y una mayor inclinación hacia adelante.

Lo interesante del estudio fue el hallazgo en relación a que aquellas personas que mostraron un caminar más juvenil, también se evaluaron como más felices y vigorosas. La edad de los participantes no mostró correlación ni con el grado de felicidad reportado, ni con la forma de andar.

Esta investigación comprueba, una vez más, la forma fácil y sistemática en que las personas hacen inferencias sobre otros basadas sólo en sus propias conjeturas, más el estudio en sí no aborda la cuestión de si esas suposiciones son o no correctas.

Para comprobar la existencia de esta supuesta brecha de criterios, se hizo otro estudio (británico/ suizo) en el que se comparó las valoraciones de los observadores con los resultados de tests de personalidad administrados a los caminantes.

Los hallazgos sugieren, tal como se había demostrado, que hay dos principales estilos de caminar, aunque ahora se describieron ligeramente diferentes al estudio anterior: el primero se dice que es un estilo suelto expansivo, extravertido, confiado y efusivo o entusiasmado; el otro era un estilo relajado, lento, lo que los observadores interpretan como un signo de estabilidad emocional. Pero lo más importante es que se demostró que los juicios de los observadores estaban equivocados, ya que estos dos estilos de caminar no correlacionaron con los rasgos de personalidad mencionados, al menos no en base a las valoraciones que emitieron los participantes sobre sus personalidades.

Falsa impresión Vs. Visión general

El aporte más importante de esta investigación es que a la hora de observar a alguien y valorar realmente su personalidad, no sólo tomamos en cuenta su forma de andar, sino también el aspecto de su rostro, forma de vestir o su forma de hablar. En otras palabras, podemos valorar la personalidad de alguien tomando en cuenta a la vez un conjunto de características, y no sólo una determinada información (caminar de esta o aquella forma). Toda esta información en conjunto nos brindará una idea más realista del tipo de persona que es alguien.

Aunque nuestra valoración basada en el rostro puede ser bastante buena, las investigaciones sugieren que también es fácil hacer suposiciones erróneas. Al menos ese es el caso para la mayoría de juicios que hacemos.

Por otro lado, tenemos una manera “más siniestra” de hacer juicios más o menos precisos basados en la forma de caminar.

¿Qué ven los psicópatas en sus víctimas?

Algunos de los primeros resultados mostraron que los hombres y las mujeres con una zancada más corta, más pequeña y con un menor balanceo de los brazos, tienden a ser vistos como más vulnerables (aquí una similitud con el caminar avejentado mencionado en el estudio de la personalidad).

Más preocupante aún, la investigación ha demostrado que los internos encarcelados con puntajes más altos de psicopatía son particularmente precisos en la detección previa de la vulnerabilidad de sus víctimas con sólo ver clips de vídeos de estas personas. Algunos de los internos eran plenamente conscientes de poseer esta habilidad: los sujetos con altos grados en psicopatía indicaron dedicar una especial atención a la forma en que caminan las personas. El asesino en serie Ted Bundy (Documental: https://www.youtube.com/watch?v=KOlbI25SgXY), afirmó en una ocasión ser capaz de detectar a una víctima por la forma en que caminaba por la calle.

Todo este campo de investigación plantea la cuestión de si uno puede adaptar el propio estilo de caminar para cambiar la impresión que da a los demás. Algunas investigaciones sugieren que sí es posible aprender un estilo distinto de caminar, sobre todo para enviar un menaje de invulnerabilidad a los observadores. Este caminar consiste en hacerlo más rápido, con una zancada más larga y con movimiento de brazos más “audaz”. Según algunos investigadores, las mujeres instintivamente pueden adoptar elementos de este estilo cuando caminan por entornos menos seguros.

A pesar de estos datos, algunos psicólogos que examinaron perfiles de personalidad asociados al estilo expansivo y lento o relajado de caminar dicen no estar del todo convencidos si estos aires particulares de moverse y andar puedan ser realmente enseñados. Por tanto, dicen, no es aconsejable esforzarse mucho por dar una impresión a otros. Esto puede verse más bien como un intento desesperado de cambiar algo, más que como un estilo propio y natural.

La clave, me parece, está en el cambio profundo sincero de nosotros mismos. Si nos sentimos realmente seguros de lo que hacemos, esa sensación se va a reflejar ya no sólo en nuestra forma de caminar, sino también en cada una de las actitudes y comportamientos que otros puedan ver y valorar de nosotros.


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