Se cree que en el miedo a ser homosexual
está la respuesta a todas las dificultades
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Este artículo se propone explorar las
causas generadoras del sentimiento homofóbico, así como el
significado y los síntomas que presentan las personas que la
padecen. Si bien la homofobia internalizada (HI) no es un
trastorno clasificado que aparezca en los manuales psiquiátricos de
trastornos mentales, es cada vez más estudiada en cuanto a sus
causas, presencia y efectos en la población general.
¿Cómo
se define la homofobia internalizada?
Como en cualquier constructo
psicológico, la HI tiene varias definiciones. Entre ellas, se
delinea como un suceso en el que las personas LGBT se ven
influenciadas (o sometidas) por la sociedad a percepciones negativas,
estigmatizadas o intolerantes con respecto a su comportamiento
sexual, y que se lo terminan tomando muy en serio y de manera
personal.
G. H. Weinberg, fue el primero en
emplear el término de homofobia internalizada
en la acepción científica a finales de la década de los 60's. Este
autor definió la HI como el miedo a estar cerca de personas
homosexuales, así como el temor, odio o intolerancia irracionales
hacia el deseo homosexual y su manifestación pública (ver escala
IHP de Weinberg, ).
Meyer y Dean también la definen como
una redirección de actitudes sociales negativas en la persona LGBT,
lo que conlleva a una devaluación significativa de sí mismo(a) y
baja autoestima.
Locke, por otro lado, la define como un
odio auto-impuesto, consecuencia de ser alguien socialmente
estigmatizado.
Signos
y síntomas característicos
Al parecer, muchas personas con HI no
se dan cuenta que la padecen. Sus actos y formas de pensar frente a
ciertas circunstancias son automáticos y exagerados. También es
característico la presencia de HI en fanáticos religiosos o
personas muy devotas e inflexibles en cuanto a sus creencias y
valores.
Las actitudes que adopta una persona
con HI pueden ser muy variables según las circunstancias, entre
estas podríamos mencionar: el forzar, por ejemplo a su pareja a
permanecer en el armario y vivir una doble vida. También podría
tratar de cambiar su orientación sexual a través de la oración,
tratamiento médico o terapia reparativa o de conversión.
En otras circunstancias, la persona podría evitar las relaciones
íntimas con su pareja a pesar de que la desea.
Como podemos ver, hay una variedad muy
amplia de actitudes ante la homofobia internalizada, la cual incluye,
por supuesto, actitudes extremas que van desde una simple evitación,
al intento de suicidio. El estilo de vida o tipo de
personalidad moldearán entonces las necesidades y formas de ver
o interpretar las circunstancias particulares.
La HI es un problema que afecta a gran
número de personas LGBT, unos más otros menos. Y muchos terminan
rechazando la idea —si
se les menciona— antes
de reflexionar y examinarla a fondo lo que esta implica. Al parecer,
el sólo término “internalizar” ya es motivo de rechazo por
parte de algunas personas.
Qué
causa la homofobia internalizada
El término “homofobia” parece
explicar directamente la causa del problema. En el miedo a ser
homosexual, se piensa, está la
respuesta a todas las dificultades. Sin embargo, el miedo en sí
mismo es sólo una respuesta de la persona ante sus propias
expectativas (“¡qué horror ser así!”, “¡qué asco!”,
“¡tengo miedo de ser uno de esos sujetos!”) o bien, ante las
expectativas sociales (“¡qué pensará mi mamá!”, “mi papá
me va a matar si se entera”, “me van a despedir del trabajo!!”,
etc.), en otras palabras, el miedo implica generalmente un devenir
catastrófico de ser rechazado por el sistema.
Las personas
actúan de acuerdo a valores y expectativas inculcadas, y el sistema
en general se encarga de reforzar estas actitudes con el propósito
de “ofrecer una vida más útil y bien adaptada”. Lo de vida útil
y bien adaptada está entrecomillado porque está claro que no todo
el mundo se beneficia del sistema preestablecido de valores. En otras
palabras, no todas las personas están hechas para encajar en la
receta. Los términos de llevar una vida útil y bien adaptada
cambian claramente de una sociedad a otra. Esto se debe al consenso
social en cuanto a políticas, creencias y valores establecidos en
comunidad.
La
diversidad en el andar por la vida polariza las tendencias grupales,
no obstante es el escollo que genera en muchas personas gran angustia
y desazón, principalmente en aquellos con valores muy arraigados o
inflexibles. Es decir, salirse de la norma puede ser una fuente de
ansiedad que muchos evitan, a pesar de que en
su fuero interior
se sientan mejor y más correspondidos.
Esta
incongruencia entre
lo que debe ser
y lo que siente
mejor hacer
es una de las principales fuentes de angustia, y por supuesto, de
conflicto interpersonal. Ante esta disyuntiva, muchos optan por lo
que avala la mayoría, otros tantos se quedan en la indecisión, tal
vez en un estado de confusión de valores en el que no saben si está
bien amar y tener relaciones con su pareja aunque se sienta bien o
abandonarla definitivamente. Muchos de aquellos(as) que al final
optan por abandonar su relación “inadecuada”, terminan
experimentando un sentimiento inacabado o de vacío al verse
incapaces de suplir sus necesidades sexuales con “la pareja
correcta” designada por el sistema. Con todo esto es comprensible
pensar que existe evidencia tangible de una fuerte opresión del
sistema sobre la diversidad LGBT.
La
persona que rechaza sus sentimientos más profundos y decide adoptar
la norma del sistema preestablecido (como receta estandarizada) y que
se supone le garantizará la felicidad y auto-realización en su
vida, puede, por otro lado, desarrollar con facilidad un tremendo
odio
a todos aquellos que “no siguen las normas” designadas por
tradición. El “cambio de bando” también hace cambiar su mente.
El rompimiento de la tradición se empieza a ver entonces como la
causa del conflicto.
La intolerancia por parte de allegados, familiares, amigos, iglesia,
etc. —no obstante los
cambios de política religiosa propuestos por el nuevo Papa que se
ven más apegados a la realidad y necesidades de la población
actual— es el resultado
de un rechazo a la vida alternativa, pero el rechazo en sí mismo es
fruto de una incomprensión de aquel estilo de vida. La
incomprensión es producto a su vez de la ignorancia respecto
a la estilo de vida LGBT.
Entonces nos preguntamos: ¿es más infeliz una persona LGBT que una
no-LGBT? Es decir: ¿el hecho de llevar una vida alternativa es o no
un condicionante de la felicidad? Los estudios científicos —que
arrojan resultados muy diversos—,
no han podido probar de manera contundente esta relación. Claramente
no es un asunto de 2+2. Muchas investigaciones se contradicen entre
sí, y algunas arrojan resultados sesgados.
Desde este punto de vista, si existe un
culpable, este sería el del valor heterosexista (la
creencia de que sólo la orientación heterosexual posee
legitimidad). La homofobia no puede ser producto de un rechazo
espontáneo, es el resultado de la contradicción a las normas
preestablecidas o convencionalismos de la sociedad. Una contradicción
generadora de angustia, y un sistema de valores organizados para
castigar, y luego “corregir” cualquier desviación inaceptable.
Con esto, el sistema tradicional avala y privilegia de manera
partidista y exclusiva el vivir y hacer heterosexual, marginando con
ello la diversidad y el individualismo, pilares de cualquier
democracia verdadera.
La homofobia, por tanto, es el
resultado de la internalización profunda de estos valores, y
surge cuando la persona se da cuenta de que resulta muy difícil, si
no imposible, vivir al margen y con serio riesgo de perder la propia
legitimidad.
Un entorno "peligroso" o poco
tolerante ante las propias preferencias sexuales es un poderoso
incentivo de negación a sí mismo, es decir, a los verdaderos
sentimientos. Pero la internalización va más allá, pues más que
una negación, es una aceptación incondicional de los valores
sociales impuestos. Si cabe decirlo, es un vivir conformista y
convencional que termina socavando la propia identidad.
Ver: Cómo se desarrolla
la identidad sexual,
bajo el título: Homofobia internalizada: Origen y causas
¿Cómo
sé si padezco de homofobia internalizada?
Se han desarrollado varias escalas para
evaluar la HI. Una de ellas es la elaborada por Ross y Rosser de
cuatro dimensiones. Estas consisten en cuatro áreas clave de
identidad LGBT:
-Identificación
pública de la condición sexual.
-Percepción del
estigma por ser LGBT.
-Grado de confort
social con otras personas LGBT.
-Creencias
relacionadas con la aceptación religiosa o moral.
Otra escala es la desarrollada por
Meyer y Dean, que puede ser autoadministrada e incluye una larga
lista de preguntas. No obstante, estos instrumentos sólo realizan
evaluaciones parciales de la condición HI. Es importante por tanto,
desde el punto de vista clínico, tomar en cuenta un perfil de
personalidad más completo, como las tendencias al secretismo,
honestidad consigo mismo y habilidades sociales, entre
otras. Con esto, se entiende que las manifestaciones del problema así
como el grado de dificultad o sufrimiento varía ampliamente de un
caso a otro.
El
secretismo y la deshonestidad
El sentimiento de culpa o vergüenza
"obliga" a las personas, que ahora toman consciencia de sí
mismas, a negar su condición sexual a través del silencio o el
secreto. Esta actitud de secretismo y falta de honestidad respecto a
los propios sentimientos, y que incluye la negación a sí mismo(a),
deriva muchas veces en actitudes agresivas y, por supuesto,
contradictorias a los verdaderos fines. Las relaciones secretas
incitan muchas veces “obligar” a otros guardar también el
secreto y mentir en cuanto sea necesario.
El problema emocional relacionado a la
HI varía de persona a persona. Mantener el secreto en estas
condiciones es como intentar sellar una hoya de presión. La
consecuencia inevitable es que tarde o temprano estallará en forma
de odio hacia otras personas de su misma condición o hacia
sí mismo, lo que explica la depresión, baja autoestima y el o
los intentos de suicidio. El sentimiento de culpa, acompañado de la
frustración por la imposibilidad de obtener plena satisfacción de
sus deseos sexuales originales, son los ingredientes necesarios y
suficientes para entrar en depresión y pensar obsesivamente en el
suicidio.
La persona con HI, como ya ha aceptado
su derrota personal y ya ha negado por completo su verdadero sentir,
puede, en adelante, empezar a señalar y discriminar la actitud LGBT
de otros, como respuesta a un profundo resentimiento. “Yo no pude
ser feliz con esa vida, por tanto nadie puede, ni debe...”.
Estimula así un pensar tipo “cacería de brujas", en donde la
persona en cuestión se convierte en la numero uno en denunciar,
señalar, criticar, acosar, agredir a otras personas LGBT. Detrás de
esta actitud, por supuesto, vemos un tremendo egoísmo, al centrar
sus actitudes en su condición carente de empatía y comprensión
razonables. Esto es conocido en el ámbito como "opresión
horizontal". Estos actores son los principales
desestabilizadores del movimiento justicia e igualdad de minorías, y
se encargan de mantener viva la llama del autoritarismo y el odio
intra-grupo, lo que perpetúa el problema social de desigualdad y
discriminación.
Al final, vemos que, aunque parezca
contradictorio, no es el individuo homófobo quien realmente
desestabiliza la convivencia racional entre personas civilizadas,
sino el mismo sistema social preestablecido, poco actualizado e
intolerante que lo "obligó" a actuar en aras de lo que
él o ella cree es el “camino correcto”. Los disfraces y las
máscaras son común en este tipo de personas, por ello se habla de
la deshonestidad. El sentimiento de culpa provocado por el sistema,
que genera negación de sí mismo, que genera deshonestidad, que
genera odio y rechazo, que genera inestabilidad social de
convivencia, es el verdadero peligro latente y silencioso que acecha
entre las comunidades.
"Salir
del closet": ¿Una solución?
Las personas pueden desarrollar un
"patrón de vida oculta", el cual, como ya hemos dicho, es
causa y origen de muchos males. Entonces, ¿es posible suponer que la
salida del armario representa una transformación y saneamiento en la
vida de las personas con HI?
Muchos afirman que llevar una vida
libre y fuera de secretos, hace que cualquier persona mantenga a
flote su autoestima y se despoje de angustias y resentimientos. Esto
tiene coherencia en cuanto a que si no hay nada que esconder, que
temer, que evitar... el flujo de las necesidades naturales se
mantendrá con el tiempo, llevando a la persona a experimentar plena
satisfacción y autoconocimiento.
Salir del armario, sin embargo,
conlleva sus peligros. Está claro que no todo individuo LGBT puede
ni debe hacerlo. ¿Por qué? Lo que para algunos representa
una oportunidad de sanación y liberación personal, para otros puede
ser una amenaza latente. Debemos reconocer que no todos se encuentran
en las mismas condiciones socio-culturales. Unos padres intolerantes,
por ejemplo, podrían hacerle la vida imposible al hijo que recién
ha anunciado su condición sexual. Es bien sabida la crítica y el
desprecio por parte de familiares, o incluso amigos, que no siempre
se toman la noticia de buena gana, pues a veces aquellas personas que
desprecian forman parte justamente de la opresión social. Algunos
incluso podrían ser HI sin saberlo. Así pues, sin duda, hay
condiciones de vida individual que no favorecen esta decisión.
Aunque salir del armario no es la
panacea con respecto a la homofobia internalizada, resulta por demás
beneficiosa en cuanto a la reducción de tensiones frente a la
posibilidad de salir de una vida de secretos. Es, sin duda, un acto
de auto-reconocimiento y respeto a la dignidad percibida.
La mejor decisión es la que toma el
propio individuo conocedor de sus propias circunstancias,
posibilidades y actitudes.
REFERENCIAS:
Lock,
James (1998). Treatment of Homophobia in a Gay Male Adolescent,
American
Journal of Psychotherapy.
Meyer
IH, Dean L. (1998) Internalized homophobia, intimacy, and sexual
behavior among gay and bisexual men, in Stigma
and sexual orientation: Understanding prejudice against lesbians, gay
men, and bisexuals.
Ross
MW, Rosser BRS. (1996) Measurement and correlates of internalized
homophobia: A factor analytic study. Journal
of Clinical Psychology,
52, 1, 15-21.
Rubia,
J.M. y Valle, A. (2013). Dimensionalidad, consistencia interna y
distribución de la escala Homonegatividad Internalizada en
estudiantes mexicanos de ciencias de la salud. Acta
de Invest. Psicol., 3,
1, 986-1004.