¿Cómo puedo tratar con mi hij@ el tema de la homosexualidad?

Éste artículo está dirigido a todos aquellos interesados en cultivar hijos sanos, sin prejuicios y saludables socialmente, y en especial para los padres gay, lesbianas o heterosexuales interesados en construir una sociedad libre.


Si tu hijo es menor, deberemos primero contestar a la pregunta: ¿a qué edad es bueno enseñar a un niñ@ sobre sexo? En realidad no existe una edad determinada, sólo un momento adecuado, y ese momento se da cuando el niñ@ tiene contacto con la temática en cuestión. La verdadera pauta es dada por el grado de comprensión, y el grado de comprensión se determina por el tipo de preguntas (o comportamiento) que el niñ@ genera. Debemos estar atentos a eso.

Hoy en día, el material sexual se ve por doquier, a saber: en los anuncios, telenovelas, películas, con los compañeros de clase, cuando llega el novio de la hermana, etc. La opción no consiste en evitar el tema, sino en orientar con información útil y libre de prejuicios. El niñ@ no ve los temas con morbo o malicia, tal como ocurre ya en los adolescentes o adultos, los ve por pura curiosidad y nada más. Si existe morbo, éste se encuentra, seguramente, en la mente del adulto, no en la del niño que curiosea por naturaleza y aprende del mundo en que vive.

Un niño puede mostrar interés por cierto material homosexual visto en la TV, el cine, en alguna revista, o por Internet. No importa cuánto se preocupen sus padres por evitar que tenga contacto con ciertas temáticas, que por alguna razón siente atracción, ya que tarde o temprano terminará encontrando más de lo mismo. En todo caso no se preocupe demasiado, un niño que va de dos a siete años (según las investigaciones) aún está en un proceso de definir su identidad, y es normal incluso que imite a su hermana, juegue con muñecas o se vista de mujer, o bien le atraigan las actividades masculinas si se trata de una niña (ver: Identidad de género e identidad sexual).

Si usted es astuto, comprenderá, abrirá sus ojos, se informará al respecto y procederá a hablar de ello sea que surjan preguntas o no por parte del infante. Si es un comportamiento que el niño no comparte, las preguntas generalmente vendrán del adulto. En ese caso, sea comprensivo, tolerante y, por sobre todo, infórmese antes de intervenir. A veces somos los adultos los que creamos el problema, no el material observado por el niño, y eso se debe básicamente a la falta de conocimiento apropiado sobre cómo manejar la situación. 

Freud creía que los niños de pecho realizaban una actividad autoerótica al momento de mamar, por lo que fue muy criticado y rechazado por muchos profesionales y público en general durante su época, y no es para menos. Aún hoy en día, con toda la tecnología y "conocimiento" al alcance, todo lo sexual relacionado con los niños es visto como algo fuera de lugar, y en cierta forma como un tabú. Lo sexual no es malo para los niños, los niños son seres sexuados después de todo y están "contenidos" en su naturaleza sexual. Lo que es malo, eso sí, se refiere al morbo asociado a la experiencia sexual, como por ejemplo el adulto que abusa psíquica y físicamente de su inocencia.

Con sólo el hecho de no ir más allá de lo que un niñ@ puede comprender, será suficiente y saludable para él o ella. Pero si trata de hacerle comprender algo que su razonamiento aún no le permite integrar adecuadamente, entonces ya está cometiendo un erro y que por lo general se traduce a un abuso, y es muy fácil caer en eso. La mejor forma es no adelantarse a su pensamiento o decisión consciente. La parte preocupante de que su niño vea material pornográfico no es la imagen en sí, sino la idea que hay detrás de esa imagen.

En tanto el(la) niñ@ no haga una pregunta coherente en relación al tema, la necesidad de explicar quedará sobrando. Cree una conversación, haga que su hij@ pregunte, esa será realmente la clave porque ahí es donde evaluará dónde está su cabeza, qué contiene y hasta dónde comprende del tema. Cada quien establece su ritmo de crecimiento y maduración en todo sentido, y ocurre exactamente lo mismo con el desarrollo de la sexualidad en los niños.

Un conocimiento cabal implica la comprensión de que somos seres sexuados en base a nuestra anatomía, de que funcionamos distinto dependiendo de si somos hombre o mujer, de que existen diferentes formas de sentirse con respecto a esa anatomía y predisposición biológica, de que existen diferentes orientaciones sexuales, y de que también existen valores fundamentales asociados a esa sexualidad como el amor y el cariño hacia otros. Recuerde que la dificultad no está en comprender esto, sino aceptarlo.

El niñ@ en su sano juicio puede comprender que existen diferencias entre las personas con respecto a la orientación sexual, independientemente de si son malas o buenas, enfermas o sanas, bonitas o feas, etc., y con la condición de que entienda qué es orientación sexual. Ningún chico o chica se volverá lesbiana, gay, bisexual o transexual por el hecho de saber que existen personas que sí lo son, ningún heterosexual se volverá homosexual por tener relaciones con un hombre, o un gay dejará de serlo por acostarse con una mujer. La condición sexual no depende del aprendizaje, de lo que sepamos en relación al sexo como muchos afirman, sino de factores mucho más antiguos y congénitos relacionados probablemente a los genes, tal como numerosas investigaciones lo han demostrando fehacientemente y en repetidas ocasiones.

Un niño que tiene suficiente confianza con sus padres como para preguntar, y un padre que tiene suficiente información como para explicar, es la combinación ideal; sin embargo, esto parece ser la excepción a la regla. Por lo general, todo parece estar a medias tintas.

Un niño bien informado y sin prejuicios está mucho mejor preparado, no sólo para enfrentar la presión que ejercen sus amigos o compañeros de clase, sino para tomar un mejor control de su vida y tener todo tipo de relaciones amorosas cuando sea mayor, protegiéndose también del posible abuso sexual por parte de otros. 

Preparar a un niño en cualquier tema, ya no sólo el sexual, es cuestión de saber comunicarse y estar bien informado. La confianza o credibilidad que despertamos en un niñ@ está sujeta en gran medida a la confianza que tenemos en nosotros mismos. La regla es: no puedes dar lo que no tienes.

A los adolescentes hay que hablarles de forma abierta y directa para no crear falsas impresiones y así evitar que crean que la homosexualidad es algo prohibido, morboso o patológico. Una forma de evitar la homofobia dentro de la población de menores es incluyendo programas sobre educación sexual que sean sensibles a las diferentes etapas de desarrollo psico-sexual por las que atraviesan los niños y dar la información como si hubieran "niños gay" o "niñas lesbianas" presentes en el salón de clases. Sin embargo, ningún programa sobre educación sexual, por muy bueno y especializado que sea, podrá suplantar los valores que poseen y transmiten los padres de estos niños. Si éstos acogen, verbigracia, una visión prejuiciosa y distorsionada de la homosexualidad, esa será prioritariamente la visión que tenga el adolescente hasta no conocer otros puntos de vista más realista y favorables. Esta limitada visión, lejos de mantenerlo sano, es el principio del conflicto interno para muchos.

Con un ambiente prejuicioso en casa, no podemos esperar mucho sobre el futuro sexual de un muchach@ homosexual

Una información sesgada y pretenciosa durante durante la niñez puede generar prejuicios muy arraigados a lo largo de la vida, poniendo a la persona en dificultades si esta no llega nunca a interesarse en el tema o replantear y actualizarse.

No extraña el hecho de toparse con personas que, ya adultos, confiesan finalmente su homosexualidad, pero en condiciones sociales más complejas pues tienen una esposa e hijos, y no creen poder manejar la situación.

Los padres que critican y juzgan la homosexualidad (sabiendo o no que su hij@ es homosexual) no van a cambiar el hecho de que su hij@ sea o no gay (o lesbiana, o bisexual), solamente van a entorpecer su desarrollo, y probablemente, a crearle desinformación y confusión más adelante.

Los diferentes estilos de vida y preferencias en base a la sexualidad tienen que ver, en particular, con las decisiones que se toman más adelante, y en general, con la capacidad de adaptación exitosa a una sociedad que se encuentra cada vez más acelerada y en constante cambio.

Recordar: NO TE OLVIDES DE TU HIJO, no importa qué edad tenga. No hay edad para hablar de las cosas importantes, sólo un momento determinado. Eso hará la diferencia.