Las causas que  provocan problemas de erección (también llamada disfunción eréctil o impotencia  sexual) se relacionan tanto con factores físicos como psicológicos. En este post  hablaré principalmente de los aspectos psicológicos, no obstante sea  siempre recomendado hacer una consideración general a cada caso.
Cualquier trastorno que cause una lesión en los nervios o que deteriore el  flujo de sangre al pene puede provocar
una disfunción eréctil. La disfunción eréctil (o DE), es un trastorno sexual que se define como la incapacidad de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme y duradera como para tener o acabar una relación sexual satisfactoriamente. Esto sucede debido a una insuficiencia de irrigación sanguínea hacia los cuerpos cavernosos, que se extienden a lo largo de toda la longitud del pene, desde la raíz hasta la corona del glande.
una disfunción eréctil. La disfunción eréctil (o DE), es un trastorno sexual que se define como la incapacidad de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme y duradera como para tener o acabar una relación sexual satisfactoriamente. Esto sucede debido a una insuficiencia de irrigación sanguínea hacia los cuerpos cavernosos, que se extienden a lo largo de toda la longitud del pene, desde la raíz hasta la corona del glande.
El procedimiento fisiológico de la erección o excitación en realidad es  bastante complejo. Explicada de una manera simplificada, ésta se lleva a cabo  cuando aparecen estimulaciones en ciertos músculos, nervios y vasos sanguíneos.  De hecho, con sólo pensar sobre sexo, tener contacto físico en zonas erógenas  o percibir una imagen atractiva es  suficiente para activar un complejo mecanismo bio-fisiológico en el que están  involucrados el cerebro, médula espinal y órganos genitales. Para no hacer  difícil esta explicación, sólo diré que estas estimulaciones nerviosas, junto  con la acción de algunas sustancias como el óxido nítrico son las causantes de la dilatación de  vasos sanguíneos contenidos en el pene, de tal forma que la sangre fluye hacia  este órgano haciendo que se vuelva más grande y se torne rígido.
Dentro de las causas físicas que pueden provocar la DE están:  enfermedades vasculares (diabetes, problemas cardíacos,  hipertensión, problemas renales), efectos secundarios de medicamentos  (medicinas para la presión arterial, antihistamínicos, antidepresivos,  tranquilizantes, etc.), daños físicos de los nervios, arterias,  músculos lisos y tejidos fibrosos como resultado de una enfermedad médica;  alcoholismo crónico, padecimientos neurológicos,  esclerosis múltiple, arteriosclerosis, accidentes  traumáticos (v.g. fractura de pelvis), etc. Los pacientes que presentan la  DE originada en alguno de cualquiera de estos padecimientos han llegado a un 70%  del total de los casos, lo cual sugiere que antes de cualquier intervención será  necesario descartar un origen físico identificable por un médico  especialista.
Un porcentaje mucho más moderado de casos (del 20 al 30%) son los que  presentan una etiología (origen de la enfermedad) exclusivamente psicológicas  y/o emocionales. A pesar de esto, muchos hombres con causas médicas también  tienen comportamientos asociados a reacciones psicológicas como la ansiedad, el  estrés, un sentimiento de culpa o depresión. En algunos estudios se ha  comprobado que existe también una asociación de la DE con un deseo sexual  hipoactivo (o falta completa de deseo sexual), un trastorno que se  clasifica en forma distinta al primero.
Nadie que padeciera la DE debería desanimarse o sentirse mal, pues es un  problema bastante frecuente, principalmente en hombres de 40 años en adelante,  una población que sufre de DE en un 5% más o menos, pero que también presenta un  alto índice de mejora. El porcentaje tiende a aumentar con forme la edad,  llegando de un 15 a 25 por ciento en los hombres de 65 años aproximadamente. La  dificultad radica a veces más bien en lo prohibido que ha resultado el tema y no  tanto en las dificultades reales que representa el tratamiento, pues se trata de  un procedimiento relativamente sencillo. Por una u otra razón, a veces no resulta  fácil mantener o provocar la erección. Sin embargo esto no debería ser motivo  de preocupación. La preocupación de padecer DE sólo debería presentarse si la  persona tiene dificultades de mantener una erección hasta el orgasmo en al menos  el 25% de los intentos.
La DE se puede diferenciar en varios tipos:
- Impotencia coeundi: que implica imposibilidad para concluir el coito.
 - Impotencia erigendi: incapacidad para la erección del pene.
 - Impotencia generandi: que se expresa en la incapacidad de procrear aunque la penetración sea posible.
 - Impotencia psíquica: que es la que depende principalmente de factores mentales y que veremos a continuación.
 
Aspectos  psicológicos de la disfunción eréctil
El condimento psicoemocional como el temor al desempeño en la  relación sexual, aunque no podría ser una causa formalmente hablando, es un  elemento importante en la consecuencia de la DE. Es una consecuencia tan  frecuente en esta disfunción que al principio se constató como primera opción la  terapia psico-sexual (Romano y Machado, 1999).
El sentimiento de  malestar y mal humor es otro elemento psicológico característico en este tipo de  trastornos, principalmente cuando el cuadro se complica con la presencia de un  estado depresivo u obsesivo-compulsivo. Pueden existir otras disfunciones  sexuales que actúan al mismo tiempo, tal como ocurre con una marcada disminución  en el apetito sexual en base a la actividad antes de presentarse el  problema.
Si después de un examen minucioso y concienzudo es posible llegar a la  conclusión de que no existe un problema médico comprobable, las posibilidades de  que se trate de una alteración mental se incrementan considerablemente. Existen  ciertos patrones en el trastorno eréctil que a veces sirven de guía para  identificar la causa del problema psicológico. Algunos individuos explican la  incapacidad para obtener la erección ya desde el inicio de la relación sexual;  otros, en cambio, refieren que consiguen una erección normal, pero la pierden al  intentar la penetración. Algunas personas pueden obtener una erección suficiente  para la penetración, pero la pierden (antes o durante los movimientos coitales);  otras son capaces de presentar erecciones sólo durante la masturabación o por la  mañana al levantarse. Las erecciones que se producen durante la masturbación  pueden asimismo desaparecer, pero no es habitual que esto suceda (APA,  1996).
Los casos con DE pueden subdividirse según: a) el inicio del trastorno  (de toda la vida o adquirido), b) el contexto  (en todas las situaciones o sólo en circunstancias  específicas), y c) según la etiología (factores  psicológicos o factores combinados).
Cuando se trata de factores psicológicos, por lo general son evidentes a  primera vista, aunque no siempre. Por ejemplo, una depresión galopante puede ser  la causa de los problemas en la actividad sexual; tal es el caso de un conflicto  sin resolver, una preocupación constante que con el tiempo se ha vuelto crónica,  la pérdida de un ser querido o el despido del trabajo. Generalmente la persona  no asocia estos eventos con su disfunción eréctil echándose a cuestas una  preocupación más. Sin saberlo siquiera, entra en un círculo vicioso, en el que  una situación retroalimenta a la otra y esta a la primera.
Si no es posible encontrar una causa médica apropiada a la disfunción  eréctil, lo mejor será visitar a un psiquiatra y revisar los problemas recientes  de carácter psicológico que pudieron haber afectado el buen desempeño sexual.  Así como puede ocurrir con un estado depresivo, también ocurre en otras  circunstancias como cuando se experimenta ansiedad al acercarse el  momento del contacto sexual, miedos no identificados o fracasos  consecutivos que hacen perder fácilmente la concentración o el "dejarse  llevar" por las sensaciones. Surgen serias preocupaciones sobre el  funcionamiento y una disminución de la percepción subjetiva de la excitación  sexual y del placer que antes ni siquiera eran motivo de tema.
El trastorno de la erección puede afectar directa o indirectamente las  relaciones de pareja (o matrimoniales), y ser la causa de separaciones,  divorcios o infidelidad. También es de tomar en cuenta que la DE puede ir  asociada, tal como ya lo mencioné, a un deseo sexual hipoactivo y a eyaculación  precoz. A menudo aquellos individuos que presentan problemas asociados al  consumo de sustancias (drogas, alcohol o cigarrillos) también refieren con  cierta frecuencia problemas de excitación sexual.
Las diversas formas de trastorno de la erección en el varón pueden  presentar diferente curso, y la edad de inicio varía de manera sustancial. Los  pocos individuos que nunca han sido capaces de tener una erección de intensidad  suficiente como para llevar a cabo el acto sexual completo padecen un trastorno  crónico, que hasta la fecha no parece tener cura, por lo que debe adaptarse a la  situación de por vida. Los casos que adquieren el
trastorno en algún momento de la vida, no obstante, remiten  (o desaparecen los síntomas) espontáneamente en un 15 a 30% de las veces. Los  casos de tipo situacional, por otro lado, pueden depender del tipo de compañero  o de la intensidad o calidad de la relación en cuestión, y son de tipo  episódico, con recurrencias frecuentes.
Técnicas de evaluación: Una técnica que se emplea con  frecuencia para evaluar la capacidad de un hombre en tener una erección es la  medida en los cambios del tamaño del pene durante las horas de sueño, un  fenómeno conocido como tumescencia nocturna del pene (TNP). Por lo  regular, la erección ocurre durante el período MOR (movimientos oculares  rápidos), una etapa que también se relaciona con la actividad onírica. Los  investigadores, basados en este fenómeno, han desarrollado instrumentos de  registro fisiológico para medir el MOR (Meisler y Carey, 1990). Se trata de una  prueba, al parecer, muy confiable, y consiste en un medidor muy  preciso: un elástico que se extiende conforme el pene se agranda, dejando una  indicación de cuál fue su mayor tamaño alcanzado. Existen también varias  técnicas para medir el flujo y la presión sanguínea en el pene. De esta manera,  si el hombre experimenta TNP, la causa  del problema eréctil es probable que sea de tipo psicológico y no fisiológico.


