Hay muchas razones que explican la falta de interés sexual. Cualquier conclusión al respecto, claro está, dependerá del caso específico. En este post menciono algunas pautas para comprender mejor esta frustrante situación:
1) Engaño con otro sujeto: La palabra engaño implica la
presencia de una máscara. Cuando una persona engaña a otra en el aspecto
sentimental generalmente emplea una fachada con respecto a sus
sentimientos. Aunque querer a alguien más no significa necesariamente dejar de
querer a la pareja en cuestión, se da por hecho que la pareja no aceptará
compartir el amor con un tercero —a menos que lo acepte—, y de ahí el inevitable
engaño.
2) Aburrimiento en la relación: No existe aburrimiento
cuando hay cosas que hacer, y menos aún cuando la creatividad se pone en marcha.
El problema del aburrimiento en las relaciones sentimentales consiste
precisamente en esta carencia de espontaneidad, disfrute y búsqueda de nuevas
experiencias. Cuando ocurre, las conversaciones se vuelven vacías y
superficiales, la actitud es de indiferencia y surge una sensación de
agobio.
3) Falta de madurez en la relación de pareja: Implica
básicamente falta de tolerancia, constancia, regulación de emociones y
frustraciones. Adoptar un comportamiento infantil y esperar a que la otra
persona responda como el padre ausente es un motor poderoso que refuerza la
relación inmadura entre personas adultas. A menos que uno de los miembros acepte
tal condición (no saludable), la relación no tendrá mucho futuro.
4) Fuertes sentimientos de promiscuidad: A diferencia del
engaño, el sentimiento de promiscuidad sugiere una necesidad intensa de
inmiscuirse con otros sujetos con los que no se pretende compartir el amor de
pareja, y ni siquiera una segunda vuelta. Aventuras pasajeras que se originan
posiblemente por una frustración no superada en la relación de pareja o
una fantasía sexual que el compañero no acepta o no se atreve a compartir.
¿Qué hacer para
remediarlo?
Un punto esencial a tomar en cuenta es la comunicación honesta y
directa entre los implicados. Por supuesto es fácil decirlo, pero hay
que reconocer lo difícil que resulta en la práctica, principalmente cuando
existen antecedentes en la relación. Es muy probable que los problemas de
relación se deban a la falta de honestidad y valor por parte de uno o ambos
miembros. Sea un rechazo o un perdón, lo mejor es hablar con abierta sinceridad
y apegarse a los hechos. Todos cometemos faltas en algún momento, y a veces
podemos no estar seguros del error que hemos cometido. Pero cometer una falta a
sabiendas de la misma y seguir infringiendola en pro de nuestra comodidad es
igual a pisar el derecho de lealtad preestablecido intrínsecamente desde el
principio de una relación.
Hay quienes optan por el silencio y la minuciosa observación de su
compañero: "a ver cuándo me insinúa", "lo voy a observar de cerca para
confirmar que se interesa por alguien más", "a ver cuál va a ser su escusa esta
vez", etc. Sin embargo, la observación silenciosa del compañero(a) no es
evidencia suficiente para explicar, y mucho menos, comprender de qué se trata
realmente el problema, ya que puede ser una mala interpretación de la situación.
El elemento de empatía es básico en este caso, por
desgracia no todos pueden inferir por medio de la habilidad empática, es por eso
que acuden a actitudes radicales. a menos que logremos empáticamente ponernos en
sus zapatos. La única forma, pues, viable para recuperar el ánimo y el
interés sexual por nuestra relación de pareja es entablando en lo posible una
comunicación directa y sincera acerca del problema en cuestión.