Caso Laura:
"Se lo dije a mis padres porque deseaba compartirlo con ellos. Ahora,
aconsejaría a la gente que NUNCA se lo digan a sus padres. NO LO HAGAN. Supongo
que depende de la familia. Si tiene una relación o comunicación con ellos. No,
diría que conserven la relación como es ahora. Recuerdo toda la agonía por la
que pasé al decirles..."
Caso Luis:
"Beuno, cuando le conté a mi madre primero dijo, 'bueno, para mí no es
una novedad. Eres la misma persona'. Cuando les dije a mis hermanas y hermanos,
sintieron temor. Pero les dije que no había elegido ser homosexual, pero sí
elijo ser feliz. Fui muy claro. A todos señalé que sería una lástima que no
pudieran aceptarme como la persona que soy y siempre seré... Cuando mi hermana
conoció a Pablo (mi novio) le encantó desde la primera vez. Me dijo, 'será mejor que
no lo dejes ir. ¡En verdad encontraste un buen partido!'"
Tomado de Meyer, J. (1990)
Estos ejemplos muestran claramente las diferentes reacciones que
adoptan los familiares ante la misma "noticia". Las respuestas tiene que ver con la situación,
el tipo de relación que se tiene con los padres o hermanos, el cómo decirlo, el
qué decir y a quién decírselo. Uff... son muchas cosas.
La forma en que las personas responden frente a la homosexualidad ha
variado significativamente según las culturas y épocas. Por ejemplo, en la
antigua Grecia, la homosexualidad era abiertamente aceptada, e incluso apoyada
por la élite. Actualmente existe una controversia al respecto: mientras unos la
desaprueban considerándola enfermedad mental otros, en cambio, la consideran una
simple orientación sexual. Ambas posturas son, sin embargo un logro en
comparación a las creencias del medievo, cuando no se dudaba que la
homosexualidad era una herejía, y se condenaba a la gente a la tortura según los
manuales religiosos, como el Malleus Maleficarum, llevándolas a la
muerte en lenta agonía (cortesía de la Iglesia).
No importa lo que se diga o se aprenda, la respuesta a la "gran
noticia" será siempre un enigma hasta el momento en que la comuniquemos. Ser intuitivo puede ayudar. Si tienes intuición o te consideras
una persona que puede prever la respuesta ante una noticia semejante,
enhorabuena, sabrás qué hacer. Si no, busca un confidente, si es posible,
alguien cercano que conozca tu situación y que conozca a la persona a la que
quieres comunicarle la "buena nueva". Pero si estás sólo(a), date algún tiempo antes de
hablar, observa a la persona a quien le quieres comunicar tu noticia y
evalúa qué tan prejuiciada o desprejuiciada es con respecto al tema de la
homosexualidad, eso te dará una pauta de qué esperar. Aunque es de reconocer que a veces hay reacciones sorpresivas y sorprendentes.
A veces las personas responden distinto cuando ven la cosa cerca. Tu personalidad puede definir y sanjar la situación o rogar comprensión por parte de otros. En el caso de Laura (mencionado arriba), es claro que posee una actitud reprimida ante noticias como esta. En cambio, Luis, con una actitud más determinante, logró solventar y aclarar mejor el asunto para todos. Por supuesto, esto no implica una receta que todo mundo deba probar, es sólo un ejemplo. "No es lo
mismo verla venir, que bailar con ella" dice el refrán. Las personas a veces
pueden simplemente hacer "como si" lo aceptan y "como si" todo esta bien, sin
embargo, a la larga (y en el fondo) pueden cambiar su forma de ver la situación. Para algunos, hablar del tema puede ser una opción para manteniendo "vigente" el conocimiento. Pero si la situación implica un enojo constante por parte de los padres creando tensiones familiares, entonces, ¿cuál es el objeto de seguirlo mencionando? No tendría sentido más. Nadie tiene la obligación de aceptar nuestra condición de vida sólo por corresponder a un familiar cercano (en este caso el hijo o hija). Hay casos en que simplemente la aceptación no ocurre, y si estás de verdad decidido(a) a decirlo deberás también asumir este otro lado de la moneda.
En todo caso debes recordar que tu bienestar está primero. Debes velar por
tí. Lo que vas a decir es algo íntimo, y por lo tanto tienes todo el derecho de simplemente callarlo. No hablamos de una obligación o deber ciudadano, es tu condición de vida, es lo que eres y haces de ti, y eso siempre será digno de respeto.
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