¿Soy realmente gay o sólo es mi imaginación?
En la adolescencia, a veces las cosas se tornan confusas y carentes de sentido. Esto es porque se está atravesando una etapa de desarrollo en búsqueda de identidad propia. Hay quienes se esmeran más que otros en buscar una imagen más perfecta y adecuada a las propias aspiraciones, si es que se logran identificarlas. No se es adulto, ni tampoco niño, y los demás a veces tampoco saben exactamente cómo llevar la relación. Esta situación, aunada a un deseo y búsqueda de independencia por actuar, pensar y sentir de una forma novedosas, en realidad, complica la situación.
Pues bien, si sumamos a este auto-descubrimiento y afán por descubrir el
mundo la idea y el sentimiento muy característico y particular de ser
gay o lesbiana, la cosa podría complicarse aún más.
¿Soy gay? Sí, lo soy... ¿Cuál es el problema?
El conflicto de la homosexualidad en adolescentes
No todos deben sentirse confundidos ante esta idea, ya que a veces depende
en buena medida del ambiente familiar y social en donde cada quién se
desarrolle. No obstante, todos pasan por una etapa de duda con respecto al tema.
"¿Realmente soy gay/lesbi? ¿Por qué me atraen sexualmente las personas del mismo
sexo? ¿Será esto normal? ¿Será pasajero?"
Los muchachos o muchachas que se sienten atraídos por personas de su mismo
sexo pueden adoptar varias respuestas ante el asunto: a) ponerse a prueba y
obligarse a buscar una pareja del sexo opuesto, b) ocultarlo a todo el mundo,
hasta del amigo más cercano, c) preguntarlo y averiguar con alguien de confianza
que se calcula conoce algo al respecto (poco probable), d) esperar a que pase y
desaparezca el deseo o e) reprimirlo en el inconsciente haciéndose de la vista
gorda ante cualquier inquietud y deseo sexual "no apropiado". El propósito en
todo caso consiste primeramente en negar ese sentimiento.
Dependiendo qué tan opresivo o liberal sea el entorno social con respecto
al tema homosexual, cada quien responderá según considere más apropiado. Sin
embargo, la confusión es la respuesta más
frecuente, ya que durante la adolescencia, período de la vida en el que
empezamos a tomar consciencia verdadera de las alternativas que nos ofrece la
vida, aparecen una serie de cambios físicos y redistribución hormonales que
llevan a veces a tener cambios de carácter, sentimientos encontrados y falta
de sentido en cosas que antes simplemente no se tomaban en cuenta.
Ser gay y adolescente implica una doble carga. Por un lado
se vuelve necesario dar una imagen ante la sociedad, una imagen de la cual no se
conoce mucho después de todo porque recién se está descubriendo y que tiene que
ver con la identidad; y por el otro, es lidiar con un sentimiento de atracción
sexual que, según los parámetros y estatutos sociales, no es adecuado ni
aceptado incluso por los propios compañeros(as) de curso.
Koji Ueno (sep, 2005) publicó un estudio en el que afirma que los
adolescentes con orientación homosexual y bisexual tienen mayores niveles de
angustia psicológica que otros adolescentes. De acuerdo a estudios
anteriores, se ha determinado de que este patrón epidemiológico se debe en gran
parte a los problemas interpersonales que experimentan las minorías sexuales en
el hogar y la escuela. El análisis en función a una base de datos de una muestra
representativa mostró que las minorías sexuales experimentaron más problemas con
sus padres y compañeros en la escuela, lo cual explica el nivel de angustia más
pronunciado en comparación al grupo de adolescentes no homosexuales.
Los adolescentes en general tienden a desarrollarse dentro de grupos que
comparten los mismos orígenes sociales, pero el patrón no aplica a la
orientación sexual, es decir, las minorías sexuales no tienden a agruparse tal
como lo hacen los otros grupos. El adolescente está implicado en un grupo no por
su preferencia sexual sino por equivalencias de etnia o cercanía regional.
Cuando existe una cercanía debido a la preferencia sexual, los niveles de
angustia se reducen significativamente, protegiéndolos del daño psicológico
asociados a los problemas interpersonales. Los coetáneos con preferencia sexual
en común pueden discutir aspectos únicos propios de su circunstancia sexual y
centrarse en las implicaciones para afrontar los problemas adaptativos en común
(Fuente: SAGE Journals)
No es fácil vivir con un deseo prohibido, no reconocido por nadie cercano y
que es imposible a veces identificar en uno mismo. "Ningún amigo es así
—pensará—, ninguna amiga, solo yo tengo esto, solo a mi me pasa, soy un
fenómeno, un enfermo..., es que ¿realmente soy eso que creo ser?; pero cómo
explicarle a los demás que también soy normal, que siento lo mismo que
ellos(ellas), que tengo más o menos los mismos pensamientos, diversiones, que me
gusta más o menos la misma música, las mismas películas, todo. ¿Qué, no hay
nadie que sienta como yo?"
El temor a compartir una realidad interna se justifica en la evitación por
ser etiquetado como "el marica" o "la marimacha" en el cole. El miedo radica en
el rechazo de los demás, especialmente de aquellos que le consideran amigo y
compañero de confianza. Hay mucho en juego para ponerse a compartir con
cualquiera las propias vivencias. Nadie habla al respecto, ni dentro de la
familia, ni vecinos, ni en el instituto/colegio. Todos parecen vivir una vida
sin problema semejante.
Por fortuna, hoy día esa situación ya no es tan dramática como lo era a
penas diez años atrás. Las sociedades se están abriendo a nuevas alternativas en
cuanto a preferencias sexuales, aunque es de reconocer que falta camino por
recorrer. Lo más simpático es que después de los años a veces hay reencuentros
con personas que habían estudiado en el mismo instituto y que resultan ser
también gays o lesbianas. ¡Lo sabía, lo intuía! —decimos—. Aquella persona que de
adolescentes temíamos compartir algo de nuestros sentimientos, y que nos atraía
poderosamente por una u otra razón, resulta que estaba experimentando la misma
situación, viviendo el mismo calvario en privado que ni su madre,
seguramente, estaba enterada.