Los factores que predisponen a una
persona a sufrir insomnio crónico
pueden ser de dos tipos: biológicos y psicosociales.
Las
personas más propensas a padecer este tipo de trastornos tienen un
alto grado de vulnerabilidad al insomnio relacionado con una
estrategia ineficaz para afrontarlas situaciones de estrés,
acompañado a veces por un exceso de activación fisiológica o
hiperactivación
(hyperarousal en
inglés), lo que se cree tiene un componente hereditario.
El
problema parece ser, según apunta un estudio llevado a cabo por
Medrano-Martínez y Ramos-Platón (2016) de la Universidad
Complutense de Madrid, que las personas centran su atención en sus
emociones, en lugar de hacerlo en el problema objetivo. En otras
palabras, internalizan las emociones negativas
lo cual termina alterando también su funcionamiento fisiológico,
cognitivo y emocional.
No
todos los pacientes insomnes son afectados de igual manera, solamente
aquellas personas que duermen menos de seis horas al día son las que
presentan una mayor intensidad en el déficit cognitivo, lo que se
traduce a una menor atención a tareas complejas, dificultades en
cambiar el foco de atención y una consolidación de
memoria inadecuada.
La
ocurrencia simultánea entre ansiedad y depresión es alta, pero
también parece existir una significativa relación entre insomnio
y ansiedad-depresión.
Eso es hacia lo que apunta la presente investigación.
Según
Medrano-Martínez y Ramos-Platón, quienes compararon decenas de
estudios relacionados y publicados durante los últimos años: “La
ansiedad-depresión provocada por la internalización de las
emociones predispone al insomnio, y éste, a su vez, intensifica la
depresión.”
Estas personas con
propensión al insomnio no sólo aplican malas estrategias de
afrontamiento al estrés, sino también presentan un tipo de
personalidad característico que los hace especialmente vulnerables.
Así, se ha descubierto que los perfiles de personalidad altos en
neuroticismo son los más afectados.
El problema del insomnio crónico
parece ser uno de los más frecuentes entre la población general,
con un 9 al 15% de adultos que se queja de los síntomas que incluyen
dificultad para dormirse, permanecer dormido durante el tiempo
suficiente o despertarse muy temprano por la mañana sin ser capaz de
volverse a dormir y recuperar algo del sueño perdido.
El insomnio
crónico puede provocar mal humor o estados de ánimo
intempestivos, así como falta de motivación, pérdida de atención,
concentración y energía, y un aumento en la sensación de fatiga y
malestar.
En conclusión
El insomnio crónico es el resultado de
una mezcla de factores biofisiológicos con propensión a la
herencia, y psico-sociales, tales como situaciones de estrés
excesivo y una falta de estrategias adecuadas de afrontamiento. Todo
esto enmarcado por un tipo de personalidad conflictiva o neurótica,
que hace difícil establecer mecanismos de adaptación, y vulnera a
la persona a tener pensamientos obsesivos y negativistas sobre
situaciones varias que no logra resolver a la hora de acostarse a
dormir.
Tal vez te interese leer sobre algunas
estrategias para el afrontamiento del estrés en:
REFERENCIAS:
Medrano-Martínez
P, Ramos-Platón MJ. Alteraciones
cognitivas y emocionales en el insomnio crónico. Rev Neurol
2016; 62: 170-8.