Todos nos defendemos del estrés de una
u otra manera, unas veces más efectiva, otras no tanto. El estrés
es parte integral de la vida, es parte importante de nuestra
existencia, y sin él, nuestra vida probablemente ni siquiera tendría
sentido.
No obstante, el estrés debe ser
equilibrado. Debemos saber lidiar con él en todo momento y
mantenerlo a ralla. En exceso puede afectar nuestras emociones,
nuestra forma de pensar coherente o nuestras funciones fisiológicas
o corporales, de donde se derivan la inmensa cantidad de problemas
psicosomáticos que muchos conocemos.
Una forma útil de “mantener a ralla”
los efectos negativos del estrés es aprendiendo estrategias de
afrontamiento aplicables al
estilo de vida propio. El afrontamiento consiste en un método
personal que intenta disminuir o tolerar los efectos incómodos y
dolorosos del estrés.
Ciertamente
todos hemos desarrollado un sistema de afrontamiento del estrés,
unos más útiles, otros no tan efectivos, unos muy conscientes y
planificados, otros inconscientes y automáticos. En fin, la forma de
afrontamiento puede clasificarse en dos tipos: directa
o defensiva.
La
forma directa, que es
de la que vamos a hablar en este post, consiste en una
actitud activa y conciente para disminuir los efectos del estrés.
Para obtener mejores resultados de cualquier estrategia es
recomendable, como primer paso, formarse una idea clara de la
situación actual, es decir, ser conciente de las causas
principales que están
provocando actualmente el estrés.
Estrategias de afrontamiento directo
A continuación
mencionamos algunos ejemplos de estrategias directas que te pueden
servir en la disminución del estrés:
- Charlar: contarle a alguien que crees puede ayudarte sobre tu situación abre posibilidades de ver alternativas distintas de solución a tu problema. Incluso, el sólo hecho de hablar con alguien puede ayudarnos a aclarar ideas.
- Desarrollo de planes: tener planificado el día (la semana) es una estrategia que muchas personas emplean para lidiar con el caos que se arma en sus cabezas. Reduce tremendamente los estados de estrés y ansiedad y mejora la productividad o desempeño.
- Pedir ayuda: se diferencia de sólo charlar porque se hace en un momento puntual, con una persona determinada y sobre un tema específico, como cuando necesitamos una información exacta. Esto implica también saber reconocer cuándo realmente no podemos realizar la tarea solos. Hay muchas personas que no saben cuándo pedir ayuda.
- Ejercitarse: el ejercicio reduce el estrés y la ansiedad, muchos lo saben, y se puede decir que es una manera de prevenir la catástrofe antes que se salga de control.
- Informarse: leer este documento es ya una actitud de afrontamiento, aunque carezca de estrategia planificada. El sólo hecho de leer libros de motivación, por ej, hace sentir bien a muchas personas, aunque no sigan pie juntillas los consejos ofrecidos.
Por supuesto, estas
son sólo algunas estrategias entre la miríada de ideas según sea
la creatividad de cada quien. Hay personas muy creativas, pero aplican poco o nada sus
ocurrencias, lo que equivale a seguir en las mismas.
En general, podemos
agrupar las estrategias en varios grupos, estos pueden ser:
Resolución
planificada de problemas.
Esta planificación se refiere al miramiento de las propias
posibilidades, o aquellas posibilidades que están al alcance y
pueden ser aplicadas para reducir o eliminar el factor estresante.
Pero además, por supuesto, ningún plan funciona a menos que lo
apliquemos o lo echemos a andar. La segunda parte es la más
importante: hacer
que el plan funcione.
Este plan puede incluir el establecimiento de prioridades. Un Dr.,
por ej, no trata a un paciente a menos que sepa cuál es su
diagnóstico. El plan en este caso incluye un estudio de caso,
establecimiento de los síntomas, diagnóstico y aplicación del
tratamiento. El mismo procedimiento podríamos aplicar con cada
problema significativo en nuestra vida que sepamos esté provocando
estrés innecesario.
Sabemos que el plan funciona o no si logramos disminuir la fuente de
estrés y mejorar nuestra relación con el medio fuente de estrés y
ansiedad. En general, deberíamos sentirnos mejor a un corto o
mediano plazo. Eso se traduce a menos emociones negativas asociadas.
Los pensamientos también cambian y se focalizan en aspectos más
positivos y optimistas, haciendo que veamos con mayor facilidad las
soluciones y dejar de centrarnos tanto en los problemas y
dificultades.
Afrontamiento
confrontativo.
Este tipo de estrategia implica un enfrentamiento
en lugar de un afrontamiento.
En otras palabras, se ataca directamente lo que consideramos es el
origen del estrés. Es un intento por hacer cambios inmediatos en la
situación estresante.
Despedir
a un empleado puede ser un buen ejemplo para describir este tipo de
estrategia, es una decisión drástica y se obtienen cambios rápidos,
aunque no se prevean las consecuencias más adelante. En este
sentido, el afrontamiento
confrontativo
implica resultados que no siempre son los esperados y con una alta
probabilidad de incrementar los disgustos y tensiones en lugar de
disminuirlas.
En otras circunstancias la estrategia puede ser efectiva cuando,
dependiendo de la actitud, se recurre a respuestas de discusión o
negociación con las partes involucradas. Algo así como
“ganar-ganar”, una estrategia muy conocida y popularizada por el
motivador Stephen Covey.
Apoyo
social.
Las personas de confianza, o las que consideramos con las que podemos
acudir a ellas en un momento de crisis emocional
o problema determinado son básicamente las que conforman nuestro
grupo de apoyo
social.
Si bien es cierto que en nuestra cuenta de facebook o twiter podemos
tener cientos de seguidores, es evidente que nuestra “red social”,
a la cual nos referimos aquí, es sumamente escasa. Hay personas
incluso que carecen de un grupo real de apoyo. Debemos pues hacer la
diferencia.
Buscar apoyo social es otro método de afrontamiento directo. Este
apoyo consiste en un recurso que alguien más puede proporcionarnos
para ayudar en un sentido emocional o práctico, incluso económico,
para suplir ciertas necesidades personales y temporales, por ej,
durante una crisis emocional, económica o ambas a la vez.
Si
bien nuestro grupo de apoyo social suele ser escaso, no debemos
descartar la posibilidad de que personas desconocidas puedan, en dado
caso, ayudarnos de manera significativa. Se da muchas veces el caso
de que por X o Y razón, algunas personas inciden en nuestras
dificultades (lo que algunos llaman “cómo ángeles caídos del
cielo). Estas personas, algunas veces desconocidas, tienen la
capacidad de ayudarnos y apoyarnos en cierto momento puntual.
Nosotros debemos aprender a leer estos mensajes de oportunidad de
ayuda y aprovecharlos adecuadamente.
El apoyo social, ya sea familiar, de conocidos o de los amigos, nos
puede ayudar en dos sentidos: primero, como una forma de prevenir los
trastornos psicológicos, problemas económicos o legales, etc., y
segundo, como un cojín, es decir, una manera de amortiguar y
disminuir los estados de estrés y ansiedad que ya se nos están
saliendo de control. Tener un grupo de apoyo mutuo es la clave para
la continuidad y supervivencia del individuo en la selva de la vida
cotidiana. El apoyo mutuo consiste en dar y recibir, y asegurarse en
todo momento de cumplir con nuestra parte. La certeza que tenemos de
pertenecer a un determinado grupo social es ya un aliciente de
nuestro estado de estrés y ansiedad, y tendemos a evaluar los
acontecimientos generalmente como menos amenazantes y estresantes.
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REFERENCIAS:
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