Las personas con TOC no son las
únicas que tienen pensamientos obsesivos. Todas las personas tenemos
pensamientos intrusos y perturbadores mas de una vez al día. En
1979, Eric Klinger determinó en un estudio que la duración media
para un contenido específico de pensamiento en una población normal
de estudiantes era de cinco segundos, lo cual significa que una
persona promedio puede experimentar aproximadamente 4,000
pensamientos distintos en un rango de 16 ahoras al día (algunos
creen que incluso tenemos más o menos 60,000 ideas al día).
¿Cuál es la diferencia entre los pensamientos intrusos y las obsesiones?
El flujo del pensamiento normal no
siempre sigue un propósito determinado, razonamiento, o trayectoria
deseada en la consecución de un objetivo. Muchas veces se ve
interrumpido por ideas intrusas, que también se presentan
en forma de imágenes o impulsos. En 1978, Rachman y de Silva se
convirtieron en los primeros investigadores en comprobar que los
pensamientos obsesivos también aparecen en gran parte de la
población normal o no-clínica, estimando un 84% de incidencia.
Estudios posteriores revelaron una incidencia de entre el 80 y el
90%.
A pesar de la común aparición de
ideas, pensamientos o imágenes obsesivas o intrusas dentro de la
población general, es necesario establecer una clara diferencia
entre las llamadas cogniciones intrusas y obsesivas,
ya que, para cuestiones prácticas de diagnóstico y tratamiento, no
se consideran la misma cosa. La diferencia básica consiste en que
los contenidos obsesivos generan un grado más intenso de ansiedad y
malestar subjetivos que los de carácter intrusivos comunes.
Además, en una obsesión se vive un conflicto en relación a los
contenidos, pues involucra por lo general material contrario
o inconsistente al sentido de identidad que la persona tiene de sí
misma.
Por ejemplo, la idea persistente de tener relaciones sexuales con alguien del mismo sexo puede contrariar los valores inculcados en la
persona, lo que se conoce como ego-distonía. La carga
emocional que poseen estas ideas obsesivas y contradictorias
(principalmente en los casos clínicos) es negativa (generan
irritabilidad, enojo, asco, depresión, etc.), y mientras más
frecuentes sean las intrusiones, más se incrementarán las
respuestas emocionales y perturbadoras asociadas a estas, lo que
provoca una interferencia regular o intensa (según sea el caso) en
las actividades y ocupaciones cotidianas de quien las padece (p. ej.,
la actividad social con los amigos, familiares o compañeros de
trabajo o estudio se ven afectadas).
Hay varios procesos
cognitivos que los investigadores han identificado y
demostrado que interfieren en la ejecución de tareas mentales, entre
estos: preocupaciones, lapsos de memoria, soñar
despierto o rumiaciones. Todos experimentamos en mayor
o menor medida estos procesos cognitivos, pero en las personas
obsesivas, a parte de interferir en las tareas mentales y procesos
emocionales adaptados, también pueden ser fuente de dificultades
sociales, y en ocasiones, de síntomas de algunas
condiciones psicopatológicas, tales como el estrés
postraumático, depresión, insomnio, ansiedad
generalizada, algunos tipos de psicosis, o algunos
trastornos sexuales.
No es sorprendente pues que para las
personas vulnerables u obsesivas los pensamientos
intrusos indeseados son más difíciles de suprimir o
ignorar que para una persona normal. Esta vulnerabilidad o propensión
a las obsesiones da como resultado una alta reincidencia en dichas
acciones mentales y, paradójicamente, mientras más la persona
se esfuerza en controlar sus obsesiones, más se ensañan estas en
aparecer y resurgir. De hecho, se piensa que los pensamientos
intrusos normales pueden convertirse en obsesiones
debido a dos aspectos fundamentales: 1) cuando la persona sobrevalora
o sobredimensiona de forma catastrófica sus pensamientos intrusos, y
2) cuando se esfuerza por neutralizarlos o evitarlos por completo
(supresión del pensamiento).
Es característico en personas con
TOC que se fijen con frecuencia en los detalles o aspectos de las
situaciones que no tienen relevancia alguna o que pueden ser sumamente bochornosos, como por ejemplo, qué
tan seguido el interlocutor parpadea mientras habla, o gritar a mitad
de un sermón o una conferencia, o qué pasaría si de pronto tuviera
un contacto sexual inapropiado con un niño o un desconocido, etc., y
de ahí obsesionarse con la idea, generando a su vez teorías o
hipótesis fantásticas al respecto. Con el tiempo aparecen
pensamientos intrusos indeseados asociados a cosas mínimas y sucesos
comunes y cotidianos que la persona tiende a magnificar
desproporcionadamente convirtiéndolos en pensamientos tabú.
Puntos de vista y factores implicados en el origen del pensamiento obsesivo
El estudio del origen de un trastorno
obsesivo-compulsivo, así como el de una esquizofrenia o cualquier
otro trastorno mental, es sumamente complejo debido a la gran
cantidad de variables que se sospecha pueden estar involucradas. Como
consecuencia, con las experiencias y la observación, los
investigadores han planteado varias teorías explicativas respecto al
origen del TOC, tales como el enfoque biofisiológico del
cerebro, el psicoanálisis o el modelo
vulnerabilidad-estrés, entre otros.
De todos los enfoques, personalmente
considero que el de vulnerabilidad-estrés es el más
completo y apropiado para el estudio del origen del TOC, ya que
implica un análisis de factores diversos y fundamentales como la
herencia, la biología y la situación
ambiental que precipita
el trastorno. No obstante, el enfoque psicoanalítico puede ser muy
útil para investigar las situaciones ambientales familiares durante
la infancia y adolescencia, y cómo estas situaciones conformaron lo
que hoy día es su personalidad y estilo de vida (NOTA: este último
enfoque puede ser bueno para la investigación de casos, pero no como
método terapéutico en sí mismo).
Por tanto, el origen del TOC
(incluido el TOCH) tiene que ver con ciertas características de
personalidad, ya sean heredadas o adquiridas, que predisponen a
la persona ante situaciones que, potencialmente, pueden "activar
" el trastorno latente en esta. En otras palabras, el TOC o TOCH
no aparecería si no existiera una serie de acontecimientos
previos que dan forma y carácter al trastorno en cuestión.
Estos acontecimientos tienen que ver con: 1) una propensión
heredada del temperamento y la anatomía del cerebro, 2) una
adquisición de comportamientos y hábitos característicos, y
3) una situación específica (o situaciones varias) que
provoquen, precipiten o "activen" finalmente el trastorno.
Es posible establecer una relación
directa entre el grado de vulnerabilidad y la intensidad del evento
estresante como predictores de la aparición de un trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC). Así, mientras mayor sea la
vulnerabilidad de una persona, menor intensidad de estrés será
necesario para que desarrolle el trastorno, y viceversa. Estos
acontecimientos que hacen vulnerable a la persona no sólo involucran
gran cantidad de variables en su estudio individual (herencia,
aprendizaje, situación precipitante), sino son interactuantes entre
sí: se influencian unos a otros en diferentes formas e intensidades
y se expresan en función de las experiencias y organizaciones
mentales y culturales que ha adquirido el individuo. Por otro lado,
se sabe que estos factores de vulnerabilidad son relativamente
estables a lo largo del tiempo (ansiedad-rasgo, personalidad
tipo A, etc.), lo cual permiten, hasta cierto punto, predecir el
comportamiento futuro del afectado, así como su éxito en el
tratamiento.
Referencias:
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