Arte: Nicholas Cairns |
El término homofobia es, sin
lugar a duda uno de los más polémicos y controversiales temas de la sexualidad. Hoy día, estos temas no sólo se han hecho más visibles ante
la mirada pública mundial, sino también han generado un punto crítico en el
estudio sociológico y psicológico en la comunidad científica.
El fenómeno de la homofobia se ha definido
como un concepto de rechazo (aversión, odio, prejuicio o discriminación) contra
hombres o mujeres homosexuales, bisexuales o transexuales. El campo de estudio
ha sido muy amplio.
Desde un punto de vista sociológico, se ha hecho un análisis
de la figura patriarcal dominante y del sexismo como ideología nacida
precisamente de estas figuras autoritarias. Por otro lado, desde el punto de
vista psicológico personal —como el que analizamos en este post—, se
hace alusión a un estado psicológico de miedo y aberración que existe en
cualquier persona homofóbica.
La homofobia es la inhabilidad, por
una u otra razón, de reconocer y expresar nuestros propios impulsos homoeróticos
reprimidos. Lo que mayormente detestamos y tememos en los demás es
lo que detestamos y tememos inconscientemente en nosotros mismos.
La persona con este complejo
posee entonces (según este enfoque intrapsíquico) fuertes sentimientos homoeróticos reprimidos en lo profundo
de su inconsciente, provocando un efecto paradójico de repugnancia ante todo lo que podría causarle algún placer o excitación sexual. Esto explica por qué en algunas investigaciones se
ha demostrado que las personas con tendencia a la homofóbia tienden a excitarse sexualmente al ver pornografía homosexual (Adams, Wright y Lohr, 1996). Si los
sentimientos homoeróticos fuesen alguna vez reconocidos concientemente,
sobrevendría un abrumador sufrimiento conflictivo (Pascal,
1999).
Este sufrimiento conflictivo tiene
aparentemente un alivio momentáneo en el mecanismo de defensa psicológico inconsciente
conocido como proyección. Lo que en verdad hacemos en la
proyección (Harms, 1946), es empañar la distinción entre experiencia subjetiva y
objetiva. Cuando le atribuimos nuestras creencias subjetivas a la realidad
objetiva el, "aquí" se convierte en el "allí".
Según Freud, la capacidad para proyectar en los demás percepciones internas, era una tendencia primitiva en los seres humanos
y que, en realidad, la proyección normalmente desempeña una parte muy importante
para determinar la forma que adopta nuestro mundo externo (Rychlak,
1988).
En resumen, la persona que padece de
homofobia es, psicológicamente hablando, prisionera de sus propias emociones e
imágenes distorsionadas. No teme al hombre o mujer homosexual
frente a sí: lo odia en la medida en que rechaza su propia
homosexualidad.
Qué hacer
La respuesta a este conflicto es aprender a convivir
con ese lado oscuro que lleva dentro, y que no tiene nada que ver con sus
creencias o prácticas religiosas o de cualquier otra índole, sólo con su
naturaleza como ser humano. Así pues, el simple perdón hacia uno
mismo o hacia los demás es, más a menudo de lo que parece, el antídoto
necesario para tal dilema conflictivo.
Fuentes: Wikipedia / Jung para la vida
cotidiana /
Personalidad y psicoterapia / US National library of medicine