Leer nos alarga la vida... ¿hay mejor razón para seguir leyendo?

Si Ud, es amante de la lectura, ahora tiene una razón más para seguir leyendo.
Se sabe por tradición que la lectura es beneficiosa, pero los descubrimientos científicos han aportado últimamente muchos más beneficios que incluso nunca hubiera imaginado.

Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Yale, los lectores de libros pueden llegar a vivir dos años más en promedio que aquellos que no leen en absoluto, o no acostumbran hacerlo.
Algunos consideran que leer es básicamente una actividad sedentaria, y que difícilmente podría sacarse beneficio de ello; pero acomodarse en su sillón favorito para sumergirse en la imaginación mientras lee una novela de su agrado podría ser uno de los mejores y más sanos hábitos en su vida.
En la investigación, llevada a cabo por Avni Bavishi y colegas (2016), se hizo un sondeo a lo largo de 12 años a un grupo de más de 3,600 participantes con una edad de 50 años o más, y a quienes se evaluaron en una diversidad de áreas, tales como el sexo, nivel educativo, raza, estatus socio-económico, estado civil y depresión.

Los resultados

Los resultados fueron muy interesantes al comprobar que durante el período de sondeo, 33% de las personas que no leían en absoluto, murió, mientras que aquellos que leían al menos 3 horas y media a la semana tuvieron un deceso del 27%.
De acuerdo con estos datos, Bavishi y sus colegas concluyeron que la lectura de libros ciertamente podría implicar una longevidad más extensa. Así mismo concluyeron que la lectura de libros aumenta el nivel cognitivo, lo que puede estar causando una ventaja en el grado de supervivencia.

Estimulación neuronal

De acuerdo con la Dra. Vanessa Wong, psiquiatra de Hong Kong, los resultados de este tipo de experimentos no le sorprenden, tomando en cuenta que aquellas actividades que implican el aprendizaje de una nueva habilidad, tales como tocar un instrumento musical o aprender un nuevo idioma activan de hecho nuevas conexiones neuronales que ayudan a mantener las funciones cerebrales en forma.
Leer libros, por tanto, puede tener un efecto similar, y puede también agregar beneficios cerebrales a largo plazo.
Los autores del estudio rectifican que leer historias no sólo fortalece las regiones de procesamiento del lenguaje sino también afecta la actividad neuronal, asociada por lo general a sensaciones corporales, es decir, establecer una relación entre la corteza motora del cerebro con la somatosensorial. Esto explica por qué el lector en dado momento puede penetrar empáticamente en el cuerpo de un personaje dado o del protagonista de la historia.

Los resultados con las lecturas cortas de revistas y periódicos

Al parecer, los resultados con lecturas cortas como revistas o periódicos no tienen los mismos efectos. Los beneficios son menores a las lecturas largas, pero mayores a la ausencia total de lectura.
Según Bavishi, leer libros da mejores resultados debido probablemente a que estos despiertan más atracción y estímulo entre los lectores habituales. Además, los libros incitan a una lectura más intensa y profunda, lo que ayuda a generar conexiones y estados cognitivos más duraderos.

El rol de la imaginación

Sin duda, la imaginación juega un papel importante en todo esto, porque la lectura la estimula, y eso puede ser otra explicación plausible de la mejor salud cerebral.
El empleo de la imaginación es otra característica que no brinda por lo general la lectura de una revista o periódico, a menos que se lo proponga el autor generar este efecto. Pero además, la imaginación hace que el lector tenga una participación más activa dentro de la historia.
Según la Dra. Wong, el lector de una historia es guiado por el narrador en lugar de ser alimentado pasivamente con información, lo que exige menos procesamiento cognitivo.
En base a estos datos, no es extraño ver que las ventas en libros impresos o e-books sean cada año mayores.

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REFERENCIAS:

Bavishi, A., Slade, MD, & Levy, BR. (2016). A chapter a day: Association of book reading with longevity. Social Science & Medicine, 164, 44-48. http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277953616303689