Qué es la reestructuración cognitiva

Antes de abordar el tema de la reestructuración cognitiva, es necesario mencionar algunas características sobre la terapia cognitiva.

Hoy día al parecer muy de moda, y con innumerables aplicaciones, la terapia cognitiva busca cambiar ciertas actitudes, comportamientos o emociones que resultan problemáticos por medio de cambios en la forma de pensar, creer, interpretar o imaginar los eventos.

Esta terapia en realidad abarca una extensa variedad de estrategias, procedimientos o herramientas de trabajo que el clínico adecua a cada caso en
particular. Así también existe diversidad de corrientes o modelos teóricos en cuanto a la aplicación de unos principios básicos, entre ellos, como el que dictó Epícteto: “No son las cosas mismas las que nos perturban, sino las opiniones que tenemos de las cosas”.

Si bien no me quiero extender mucho en cuanto al origen histórico de la terapia cognitiva, es importante mencionar que esta surgió como tal en 1948, en el Simposio de Hixson, (Pasadena, California) en donde se establecen las primeras bases del nuevo paradigma centrado en la forma como los humanos procesamos la información, y como consecuencia de los escasos resultados terapéuticos que aportaron tanto el psicoanálisis como el conductismo en su momento.

George Kelly, creador del concepto “constructos personales”, fue uno de los primeros teóricos destacados que abrió el camino a la terapia cognitiva. Posteriormente lo siguieron Aaron.T. Beck y Albert Ellis quienes, cuestionando la verdadera efectividad del enfoque psicoanalítico (la escuela de donde provenían) desarrollaron otros aspectos de la terapia cognitiva.

Derivados de la escuela conductista, por otro lado, están Albert Bandura, Donald Meichenbaum y Richard S. Lazarus, quienes aplicaron algunos principios del enfoque conductual a lo cognitivo, y por lo que en ocasiones también se habla de la terapia cognitivo-conductual.

Qué es la reestructuración cognitiva

Los procedimientos de tratamiento que enmarcan las terapias cognitivas son muy amplios y variados, tales como:
  • entrenamiento autoinstruído
  • detención del pensamiento
  • desensibilización sistemática
  • debate socrático (empleado por Ellis)

Entre estos por supuesto se encuentra la reestructuración cognitiva, de la que vamos a hablar con más detenimiento.

Uno de los aspectos teóricos fundamentales de este enfoque consiste en que “los pensamientos son la causa directa de las emociones”, y no al revés. Fuera de las críticas o las dudas que esta afirmación pueda generar, el propósito de este post es sólo mencionar algunos lineamientos generales de la estrategia y no debatir su veracidad, que para eso se consideraría otro espacio.

De acuerdo a este precepto, modificar entonces un pensamiento conduciría a la modificación de una emoción determinada, la cual a su vez modificará la consecuencia, es decir, la conducta observable.

El propósito de la reestructuración cognitiva consiste en eliminar (o al menos aminorar) la perturbación del cliente por medio de un trabajo de identificación de pensamientos disfuncionales característicos que tiendan a complicar la vida de la persona. Este trabajo se hace en colaboración conjunta cliente-terapeuta, y el propósito es cuestionar estos pensamientos o creencias para comprobar su veracidad o efectividad en la vida práctica.

El propósito no es corregir la forma de pensar del cliente, sino más bien abrir la comprensión de este para que por sí mismo(a) pueda en adelante identificar con eficacia pensamientos perturbadores y cambiarlos por otros más favorables. Para lograr esto, el terapeuta formulará una serie de preguntas y realizará una serie de ejercicios específicos.

Algunas indicaciones

La reestructuración cognitiva en realidad es un enfoque que puede aplicarse ampliamente en diversidad de psicoterapias cognitivas (o cognitivo-conductual), y se ha aplicado a una extensa variedad de problemáticas personales, somáticos y psico-sociales. Pero también ha presentado ciertas limitaciones en cuanto a efectividad. Parece ser que los factores más determinantes están relacionados tanto con las habilidades del terapeuta que la aplica como con las características del cliente que la recibe.

El enfoque de una vía: pensamiento → emoción → conducta, en realidad resulta muy cuestionado porque se sabe que la relación entre estos factores es más bien interactiva y no causal. Una emoción puede producir una conducta determinada sin mediar con el pensamiento o viceversa. Tal vez esto explica por qué este tipo de terapia no es efectiva para todos los casos. A pesar de esto ha demostrado tener mucha efectividad en los trastornos de ansiedad como la agorafobia, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo o postraumático.

Para más información puede consultar la bibliografía más abajo.

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REFERENCIAS:

Bados, A. y García Grau, E. (2010). La técnica de la reestructuración cognitiva. Universidad de Barcelona. Facultad de psicología.
Martín Camacho, J. (2003). El ABC de la Terapia Cognitiva.
Terapia cognitiva – Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Terapia_cognitiva