La
tensión es quien crees que deberías ser.
La relajación es quien
eres.
Proverbio Chino
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¿Por qué surgen,
se mantienen y agravan los trastornos de ansiedad? La respuesta puede
plantear desde varios puntos de vista, entre ellas, desde una
perspectiva hereditaria, una situación de vida, aprendizaje o una
disfunción cerebral. En este artículo aré un análisis de cada uno
de estos aspectos.
Pero, más allá
del enfoque o perspectiva desde donde se vea el problema, es
necesario decir que un trastorno de ansiedad no se origina sólo por
una causa determinada, sino por varias en combinación, de aquí la
complejidad que supone este tipo de trastornos a mediano o largo
plazo. Cada enfoque de estudio supone también la posibilidad de
vincularse con el resto. Así, por ej, el factor hereditario no es
suficiente para producir un trastorno de ansiedad, también se
requiere que haya un ambiente o circunstancia determinada que en
combinación con aquel provocarán finalmente el problema.
Ansiedad
y cerebro
La
comprensión de las alteraciones cerebrales como causantes de
ansiedad puede complementarse con las explicaciones biológicas.
Desde el punto de vista del funcionamiento cerebral, la ansiedad
puede entenderse como un mal funcionamiento del “mecanismo
de miedo”. Este mecanismo
de miedo funciona de manera muy
compleja y tiene que ver con las conexiones hacia la amígdala
de dos áreas o estructuras cerebrales: a) sensoriales y b)
mediadores de respuesta.
Las
áreas sensoriales a su vez se subdividen en dos tipos: a) los de vía
rápida o directa y b) los de
vía lenta o indirecta.
El ejemplo clásico que demuestra este tipo de conexiones es el
susto. Cuando nos asustamos por
un ruido, nuestro sistema de defensa primitivo se activa gracias a la
amígdala. Las respuestas que damos en este caso no son pensadas sino
dadas automáticamente. Más tarde pueden surgir respuestas más
meditadas o reflexivas, es decir, cuando el estímulo en cuestión es
ya procesado por la corteza cerebral.
En este último caso es cuando entran en juego los llamados
mediadores de respuesta (por
ej, los procesos cognitivos en la corteza cerebral).
Cuando
el estímulo dado provoca respuestas de alarma inadecuadas o
desproporcionadas a su intensidad, entonces hablamos de un estado
alterado de ansiedad. Así, las
reacciones automáticas van más allá de lo necesario y las
respuestas de miedo (características de la vía lenta a través de
la corteza) son inadecuadas tanto en duración como en intensidad.
El miedo, está
visto, puede condicionarse (aprenderse), como respuesta a
determinadas circunstancias que, originalmente o en su estado
natural, no provocarían miedo. Desde el punto de vista biológico en
realidad no somos muy distinto a los animales. Seguimos conservando
los mismos mecanismos de respuesta, aunque “disfrazados” dentro
de un contexto social.
Por
supuesto que la causa de ansiedad no es necesariamente automática
sólo porque median funciones fisiológicas primaras. Es decir, no
podemos explicar el origen de la ansiedad exclusivamente en las
alteraciones químicas (lenguaje en que se comunican los sistemas
nerviosos), y por tanto decir que el mejor y más efectivo
tratamiento sean los fármacos, etc. La vía nerviosa o “respuesta
automática refleja” no explican necesariamente el origen de muchos
trastornos de ansiedad como el estrés
pos-traumático
o la fobia social.
Se requiere por tanto una postura más bien integral de las partes.
Los tratamientos que, según los estudios, han probado ser más
efectivos son aquellos que integran tanto la farmacología como la
psicoterapia individual o de grupo. Últimamente se ha venido
hablando de un tratamiento libre por completo de medicamentos,
aduciendo a la noción de que si bien la aspirina reduce el dolor de
cabeza, “un dolor de cabeza no se explica tampoco por la falta
de aspirina en el cerebro”.
Es claro que el tema sobre las causas y origen de los trastornos de
ansiedad es muy extenso, y este no es lugar para publicar un tratado
al respecto. Por tanto es de suponer que en este espacio apenas si
logramos rascar la superficie de la problemática real haciendo
referencia sólo a aspectos muy generales. Se recomienda al lector
interesado ahondar más sus conocimientos en libros de texto
especializados.
Punto de vista psicoanalítico sobre el origen de la ansiedad
Freud nos
proporciona históricamente una de las primeras explicaciones
psicológicas más influyentes sobre el origen de la ansiedad. La
ansiedad es un concepto central en el psicoanálisis y se consideraba
como base explicativa de las neurosis. Pero no siempre fue así.
En sus primeros
planteamientos, Freud decía que la ansiedad procedía de la energía
sexual no descargada o satisfecha adecuadamente, y llamó a este tipo
de ansiedad “neurosis actual”, a diferencia de las
“psiconeurosis” (histeria, fobias y neurosis obsesivas), cuyas
causas se remontaban al período infantil.
En un planteamiento
posterior, mucho más maduro en cuanto a sus observaciones, Freud
plantea un modelo en el que participan tres instancias de la psique:
Id, Ego y Superego. En esta concepción es la ansiedad
la que produce la represión y no al revés, como se plantea en
sus primeras propuestas.
La ansiedad
entonces, según el modelo psicoanalítico, es básicamente una señal
de peligro para el Ego. El origen de ese peligro tiene tres
fuentes posibles: a) mundo externo, b) mundo instintivo o
Id, y c) mundo moral o Superego. Estas fuentes se pueden
traducir a las siguientes:
Ansiedad
objetiva. Se caracteriza por
ser realista y apegada a las circunstancias vigentes actuales. Aquí
se habla de miedo común y lógico. “Me han asaltado dos veces con
cuchillo en aquel callejón, y tengo
miedo de pasar otra vez
por ahí.”
Ansiedad
neurótica. Es un miedo
desproporcionado a las circunstancias actuales. Según el
psicoanálisis, refiere al miedo de que los impulsos
sexuales y/o agresivos
terminen superando la capacidad de control del Ego. El peligro es
básicamente de origen interno, y hace referencia a la propia
capacidad de control.
Ansiedad moral.
Hace referencia a la presión que ejerce el Ego sobre el Superego. Es
el caso de un comportamiento por completo inaceptable socialmente,
como por ejemplo la homofobia internalizada. Esta
ansiedad moral está asociada con el sentimiento de vergüenza o
culpa.
La
ansiedad, por tanto, no está necesariamente relacionada con un
estímulo externo de peligro sino más bien con ideas y sentimientos
propios. Este es el caso de la ansiedad neurótica y moral, también
conocidas como ansiedad
libre flotante. Como
bien mencioné antes, según el psicoanálisis, este tipo de
trastornos se asocian a problemas en la niñez temprana o tardía,
así como a las consecuencias propias de un complejo
de Edipo no resuelto.
Hay
que mencionar que los conflictos de ansiedad de este tipo tienden a
permanecer por muchos años debido a que el objeto de temor no existe
en la vida real, el miedo no se asocia simplemente a circunstancias
dadas, y por tanto persiste en la mente del afectado, sin
posibilidades de lidiar directamente con ello. En otras palabras, el
afectado debe vérselas todo el tiempo en la presencia constante de
un enemigo invisible,
ya que no puede identificarlo y por tanto se ve incapaz de reconocer
el origen de su miedo.
El modelo de vulnerabilidad-estrés
No existe una sola
causa de la ansiedad sino múltiples y complejas causas. Esto hace
que surjan diferentes teorías y explicaciones sobre un mismo
fenómeno, y por tanto, hace que la comprensión de estos trastornos
sea difícil y muy esforzada.
Algunas de estas
teorías puede explicar mejor el origen de la ansiedad, otras el
mantenimiento, y otras tantas la extinción o su control. La
ansiedad, así como cualquier trastorno mental, debe comprenderse
desde un punto de vista social, psicológico y biológico para hacer
posible una comprensión más integrada y completa del fenómeno.
Esto es así porque aquellos componentes también existen e
interactúan en cualquier situación de la vida real, así como en
todos los procesos naturales del desarrollo. Separar estos
componentes equivale a limitar la necesaria comprensión del
trastorno, y por tanto, de su posible tratamiento.
El modelo
vulnerabilidad-estrés pretende justamente la implicación de
los diversos factores para integrarlos en una misma comprensión.
Aquí se reconoce el hecho de que cada individuo tiene un grado
(mayor o menor) de vulnerabilidad para los trastornos de ansiedad.
Hablamos pues de una influencia genética (o determinación
heredada), una influencia biológica temprana (por ej, en el
momento del nacimiento, formación del feto dentro del vientre,
etc.), una influencia del temperamento o personalidad
(consecuencia de lo genético + prenatal + experiencias tempranas de
desarrollo), una influencia de las experiencias aprendidas a
lo largo de la vida hasta adquirir el trastorno o una influencia
cognitiva en cuanto a los esquemas mentales que maneja la
persona afectada, etc.
Este modelo también
implica todos aquellos recursos que la persona afectada puede emplear
para “protegerse” del trastorno ansioso. Las
características de personalidad, así como ciertas habilidades de
defensa y estrategias contra la ansiedad que se ha aprendido a lo
largo de la experiencia pueden ciertamente modificar el grado de
vulnerabilidad al trastorno en cuestión. Esta variabilidad es el
motivo por el cual muchas psicoterapias enseñan a sus pacientes
ciertos comportamientos y habilidades cognitivas para adaptarse mejor
a las circunstancias estresantes.
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relacionados:
REFERENCIAS
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3ra. Ed. Cambridge, MA: The Belknap Press of Harvard Univ Press.